LA COLUMNA DEL DÍA | Los Papas recomiendan a los cristianos participar en la política
Creado el Jueves, 24 de Octubre del 2024 01:01:01 am
La política es más que una simple técnica para determinar los ordenamientos públicos: su origen y su meta están precisamente en su justicia, y esta es de naturaleza ética.
Benedicto XVI afirma que el Estado se encuentra inevitablemente de hecho ante la cuestión de cómo realizar la justicia aquí y ahora. Pero esta pregunta presupone otra más radical: ¿Qué es la justicia? En este punto fe y política se encuentran. La Iglesia no puede ni debe sustituir al Estado, pero debe insertarse en ella por la argumentación racional y para despertar las fuerzas espirituales, sin cuales, la justicia no puede afirmarse y prosperar porque debe purificar la razón que puede afectarse por egoísmo, intereses y puede trabar la decisión libre para el bien. El Concilio Vaticano II considera conveniente una cooperación entre Iglesia y Estado de acuerdo a lugar y tiempo porque el Estado puede erradicar la religión como hemos visto en la Unión soviética.
Cuando las autoridades de la Iglesia hablan de la política, entienden en general la palabra “Iglesia” como las autoridades de Iglesia. Sin embargo, en la Iglesia hay también laicos. En contradicción con la experiencia con el amor divino el ser humano tiene experiencias diarias de miseria, individualismo, injusticia, extorsión, trata de personas, corrupción a los altos niveles de gobierno etc. Como respuesta, Cristo anuncia el Reino de Dios. El Reino de Dios no es solo una relación con Dios sino trae también consecuencias económicas, sociales y políticas para iniciar la construcción de este Reino en este mundo. Esto es la tarea de los laicos.
El cristiano laico, en particular, está llamado a asumir directamente su responsabilidad en la familia, en el trabajo, en la cultura en la política, en la vida económica y social. La dimensión ética de la cultura es una prioridad porque el misterio de Dios debe estar en el centro de toda cultura. Descuidar este ámbito compromete la vida moral de las naciones. Es un deber inmediato del laico actuar en favor de un orden justo en la sociedad. El cristiano debe asumir su responsabilidad política. El laico actúa bajo su propia responsabilidad y no en cuanto miembro de la Iglesia porque la Iglesia no tiene normas concretas para la vida política- económica-social. La revelación no da conocimientos para desarrollar al mundo.
El seguimiento de Cristo implica un cambio personal, una denuncia contra los atropellos a la dignidad humana de cualquier forma y hacer presencia en las actividades políticas de acuerdo a la inspiración política de la Doctrina Social.
Los laicos pueden pertenecer a partidos diferentes o pueden simpatizar con partidos de la derecha o con partidos la izquierda. No existe ningún partido que cumple con todos los principios de la Doctrina Social de la Iglesia. Ser cristiano influye en la moral, pero no determina la política. La autoridad de la Iglesia no puede pronunciarse a favor o en contra de un partido. Sin embargo, el parlamentario cristiano no puede con el propio voto aprobar leyes contrarias a los contenidos fundamentales de la fe y la moral.
El Papa Bendicto XVI condiciona la vida cristiana a la participación en la eucaristía. La participación en la eucaristía no es un mero acto estético o un acto marginal en la Iglesia. Todas las fuerzas de la espiritualidad brotan desde la eucaristía. La participación en el culto cristiano es también modelo para un modo de vida humana. La vida humana es por encima de todo búsqueda del sentido de la vida, búsqueda de una palabra que pueda mostrarme una orientación. Y la vida es, en su sentido propio, búsqueda de una comunidad que nos sostenga, pues el hombre está creado con la orientación hacia un nosotros. La vida es ansia de amor, que lleva a compartir, enseña a confiar y es fiel hasta las últimas consecuencias de la entrega mutua. La oración incluye al mundo entero y el mundo está comprendido en la oración.” De esta manera el Papa vincula la doctrina social y la actividad política del creyente con la eucaristía. Nuestro esfuerzo para lograr una sociedad nueva tiene su fuente inagotable de Dios en nuestra conciencia. La oración que repetimos en cada santa misa: “danos hoy nuestro pan de cada día” nos obliga a hacer todo lo posible.
Para que el cristiano pueda desempeñar adecuadamente sus cometidos, los laicos deben realizar una renovación interior y profundizar sus motivaciones interiores. La participación en la eucaristía es la fuente de donde salen las intenciones para hacer el bien. Los políticos cristianos deben ver que se cumpla las normas morales que son inherentes en las decisiones de gobierno. Esta tarea es muy actual donde se ha perdido la ética: el mal uso de la tecnología con la consecuencia de los cambios ecológicos, una Inteligencia Artificial que traerá mas desconfianza, hará perder el trabajo al 40 por ciento de los trabajadores, una economía que está globalizado en las manos de una élite que reduce el ser humano a productor y consumidor, una cultura de distracción y corrupción, la trata personas, la extorsión, una creciente pobreza etc.
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".