LA COLUMNA DEL DÍA | Leyendo entre líneas
Creado el Lunes, 31 de Julio del 2023 09:18:02 am
El discurso presidencial por Fiestas Patrias fue sorpresivo, no solo por su extensión, sino también por su contenido, porque valgan verdades, se esperaba muy poco del mensaje y tuvimos una alocución amplia y articulada, que superó largamente la poca expectativa existente.
Dina Boluarte no es precisamente una estadista, tampoco un personaje político trajinado y carece de experiencia en cargos relevantes sea en el sector público o privado, por ello, no se había mostrado solvente en el ejercicio de la presidencia. Es conocido por todos que, su mayor experiencia en deberes importantes en el aparato estatal fue recientemente adquirida en su silente gestión como ministra de Pedro Castillo, eso explicaría por qué desde que asumió la primera magistratura sus indecisiones y contradicciones se multiplicaron, generando la sensación de que no está preparada para el cargo, siendo cada vez más evidente que ha delegado mucho poder y decisión en el premier Otárola.
Desde su llegada a la presidencia no había tenido una sola ocasión en que su mensaje sonara coherente y con convicción, a la que sumaba varias decisiones controversiales para aumentar la percepción de poca lucidez en sus ideas, llegando al clímax de desvarío con la reciente designación de la exministra de salud Rosa Gutiérrez al frente de EsSalud, a quien retiró en medio de la pifia general y la pública denuncia de corruptelas de la defenestrada funcionaria, por estos hechos, nada hacía presagiar que la presidente estuviera en condiciones de comunicar sus planes y objetivos con meridiana claridad.
El discurso se centró en 10 ejes, con planteamientos técnicos y enfocado en políticas públicas existentes que estuvieron ausentes en los breves discursos altamente politizados de Castillo en el 2021 y 2022. En verdad, por ratos se excedió de triunfalismo y sonaba alejado de la crítica realidad que afecta a un amplio sector del país, pero la proyección del mensaje dejaba claro que Dina Boluarte ha decidido llegar hasta el 2026.
Es evidente que la mandataria quiere dar un giro de timón y luego de una fuerte turbulencia inicial provocada por los disturbios de los extremistas, quiere dejar la inercia defensiva para tomar la iniciativa, utilizando la herencia de veinte años de uso disciplinado de la caja fiscal para financiar proyectos en favor de los gobiernos regionales y municipales, con reparto de bonos y de la ejecución de infraestructura a través de la recientemente creada Autoridad Nacional para la Infraestructura (ANIN), que ojalá que no se convierta en otro nido de burocracia inútil donde la mega corrupción encuentre espacio para hacer de las suyas.
En un gesto político, al Congreso sutilmente le dijo que trabaja poco debido a su bajísima producción legislativa y que lo hace mal porque sus leyes están perforando irresponsablemente la caja fiscal, contraviniendo la Constitución porque el parlamento no tiene iniciativa de gasto, dejando leer entre líneas que si no tiene un legislativo alineado a sus intereses podría utilizar a este poder del Estado como piñata política, en algo que ha dado buenos resultados a sus predecesores.
Boluarte ha marcado una ruta, pero para lograrlo debe acompañarse mejor con gente decente y calificada, tiene un escenario favorable porque nadie espera mucho de ella, el legislativo es sumamente débil para hacerle contrapeso y el pueblo está cansado de tanta inestabilidad política, ojalá que no quede solo en palabras y podamos llegar al 2026 en mejores condiciones.
*Pablo Rioja Cueva es abogado especialista en derecho constitucional y administrativo, árbitro en contrataciones con el Estado y laboral. Tiene amplia experiencia en gestión pública y docencia universitaria. Fue regidor en la Municipalidad Provincial del Santa.