LA COLUMNA DEL DÍA | Las normas coaccionan, pero los ejemplos entran al corazón y lo transforman
Creado el Jueves, 22 de Agosto del 2024 01:01:01 am
Javier Gomá indica que La crisis actual de los buenos ejemplos y de las buenas costumbres nos obliga a redefinir las virtudes y crear las buenas costumbres. La vida moral no es tanto prescribir normas sino dar el buen ejemplo. Principios genéricos son una indicación, pero no dan la fuerza para cumplirlos.
El buen ejemplo consiste en el sacrifico para el bien de los otros. Dar su tiempo y sacrificar parte de su bienestar material tiene un efecto en las emociones de los que lo reciben. Esta fuerza emocional promueve el deber de la responsabilidad. La base fundamental de la educación es el afecto. Conocemos el bien por los ejemplos que encontramos en la sociedad. Los padres dan el ejemplo a sus hijos, por sus sacrificios, y los hijos aprenden a amar a sus padres y a otros. Sabemos lo que es amistad por un buen amigo. Los seres humanos que practican los valores son ejemplos, y se refieren a los ejemplos que han recibido. Los ejemplos anteceden a las costumbres y son su fuente y origen. Necesitamos los buenos ejemplos para poder adquirir las buenas costumbres. En el ejemplo está la norma y la hace aceptable porque la acompaña el afecto. En lugar de insistir y alabar sólo las diferencias, el pluralismo, debemos reconocer la igualdad, nuestra dignidad. Lo que uno comparte con todos.
Las emociones no son sólo el combustible que impulsa el mecanismo psicológico de una criatura racional, son parte considerablemente compleja y confusa, del propio raciocinio de esa criatura. Este planteamiento sostiene que las emociones son evaluaciones o juicios de valor, los cuales atribuyen a las cosas y a las personas que están fuera del control de esa persona una gran importancia para el florecimiento de la misma. Contiene tres ideas relevantes: la idea de una valoración cognitiva o evaluación, la idea del florecimiento propio o de los propios objetivos o proyectos importantes, y la idea de la relevancia de los objetivos externos en tanto de elementos en el esquema de los propios objetivos (Martha Nussbaum)
Los ejemplos de su entendimiento mutuo entre los padres y la inversión de su dinero de ellos en la educación, son un mensaje emocional. El amor y los buenos ejemplos son necesarios para que los hijos adquieran una “estima de sí mismos” porque la mayor parte de nuestro comportamiento la copiamos de los demás. Los dan la capacidad de hacer frente a los problemas que se les presentará en su vida. En segundo lugar, los niños necesitan aprender la obediencia. La educación supone también órdenes. El afecto ayudará a los niños entender el sentido de las normas. El niño debe aprender que él no es centro del mundo. La falta de disciplina se refleja en los colegios. No se puede comparar una educación afectiva en familia con una comunicación racional de un profesor con sus alumnos en un plazo de un ciclo. Alguien de familia debe atender cuando los niños llegan con sus tareas y para conversar con ellos sobre lo que escucharon de sus amigos porque no tiene los criterios para juzgar.
La importancia de reconocer en los ejemplos la principal fuente de la normatividad moral estriba en que permite deducir de esa fuerza emocional la existencia de un deber de responsabilidad que no ignora y menos rechaza, como hace Kant, la participación de las inclinaciones y los sentimientos. El ejemplo añade el poder atractivo de los sentimientos al poder directivo de la norma que se limita a la coerción. La ejemplaridad de los gobernantes es esencial, pues “la naturaleza misma nos impulsa a amar a quienes creemos que están adornados de estas virtudes” (Cicerón).
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".