LA COLUMNA DEL DÍA | Las emociones de Jesús
Creado el Jueves, 30 de Mayo del 2024 01:01:01 am
No solo las reflexiones teológicas conceptuales sobre las verdades de la revelación sino, también, las emociones de compasión, miedo, tristeza, indignación y alegría pueden ayudar a entender y vivir la experiencia cristiana.
- Compasión
Jesús actuaba también en base de emociones. En primer lugar, podemos leer el uso de la palabra compasión en Marcos, 1,40-45: “Se le acercó un leproso, que se arrodilló delante de él y le suplicó: Si quieres puedes limpiarme. Sintiendo compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó diciendo: Quiero, queda limpio.” En segundo lugar, podemos leer en Marcos 6,34: “Al desembarcar, Jesús vio toda aquella gente, y sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas sin pastor viendo la masa de gente sin pastor y con la gente que no tenía nada que comer. En tercer lugar, podemos leer en Lucas 7,13: “Jesús se dirigió poco después a un pueblo llamado Naín, y con él iban sus discípulos y un buen número de personas. Cuando llegó a la puerta del pueblo, sacaban a enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda, y mucha gente la acompañaba. Al verla, el señor se compadeció de ella y le dijo: No llores. Jesús le devolvió la vida.”
La compasión es la más importante de las emociones porque es la única emoción que nos dirige hacia las otras personas para ayudarlas. La compasión es una emoción que incluye siempre la acción de ayuda para resolver el problema. Como toda persona Jesús actúa de manera emocional frente a los hechos, pero las emociones están integradas en su misión recibido de su padre para salvar al pueblo. Todo se hace en función de la misión como podemos leer en Marcos,1,38: “Vamos a los pueblos vecinos, para predicar también allí, puesto para esto he salido”. Ya en el antiguo testamento, leemos en el profeta Oseas, 11,8-9, cuando Israel se aleja de Yavé para adorar otros dioses: “¿Cómo no te voy a rescatar Israel?... Mi corazón se conmueve y se remueven mis entrañas… pues soy Dios y no hombre.” Leemos en Éxodo, 34, 6: “Yavé, Yavé es un Dios misericordioso, clemente, tardo a la cólera y rico en amor y en fidelidad.” La historia de Dios en la historia es un misterio de amor y misericordia.
- La alegría
Leemos en Lucas, 10,21: “En este momento Jesús se llenó del gozo del Espíritu Santo y dijo: “Yo te bendigo, Padre, señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has dado a conocer a los pequeñitos.” En Leemos en Juan, 15,11: “Les he dicho todas estas cosas para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea completa.” Leemos en Lucas 15,6-7: “Alégrese conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido. Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse.”
3. Indignación y tristeza
En primer lugar, leemos en Lucas, 19.45-46: “Jesús entró en el recinto del Templo y comenzó a expulsar a los comerciantes que estaban allí actuando. Les declaró: “Dios dice en la escritura: Mi casa será casa de oración. Pero ustedes la han convertido en un refugio de ladrones.” Encontramos también la expulsión en Juan, 3, 13-21). No se menciona la palabra indignación, pero se sobre entiende por los hechos. En segundo lugar, leemos en Marcos, 3,1-6 como Jesús sana la mano paralizada de un hombre. Los fariseos manifestaron su desacuerdo y Jesús dijo: “Entonces Jesús paseó sobre ellos su mirada, enojado y muy apenado por su ceguera.” En tercer lugar, leemos en Marco, 9,14-29: A los que dudaban que Jesús podría sanar uno con un espíritu mudo, Jesús contestó: “¡Qué generación tan incrédula! ¿Hasta cuando tendría que estar con ustedes? ¿Hasta cuando tendría que soportarlos? Tráigame al muchacho”. En cuarto lugar, leemos en Marcos, 8,31-33: “Luego comenzó a enseñarles que el hijo del hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los nobles, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, que sería condenado a muerte y resucitará a los tres días. Jesús hablaba de esto con mucha seguridad. Pedro, pues, lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose la vuelta, vio muy de cerca sus discípulos. Entonces reprendió a Pedro y le dijo:
¡Apártate y ponte detrás de mi, Satanás! Tus ambiciones no son las de Dios, sino de los hombres.” En quinto lugar, leemos en Marcos, 10, 14: Algunas personas le presentaban los niños para que los tocara, pero los discípulos les reprendían. Jesús al ver esto, se indignó y les dijo: “Dejen que los niños vengan a mi y no se lo impidan, porque el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.” En sexto lugar, leemos en Mateo, 11,20: “Entonces Jesús comenzó a reprochar a las ciudades en que había realizado la mayor parte de sus milagros, porque no se habían arrepentido” y Lucas, 10, 15-16: “Y tu Cafarnaum, ¿crees que te elevarás hasta el cielo? No, serás precipitado hasta el lugar de los muertos. Quien los escucha a ustedes, me escucha a mí; quien rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.” Todo el capítulo 23 de Mateo se dedica a la indignación de Jesús contra los fariseos: “Preparan pasadas cargas, muy difíciles de llevar, y las echan sobre las espaldas de la gente, pero ellos mismos ni siquiera levantan un dedo para moverlas.”
El que es criticado se defiende comúnmente diciéndole al otro que no se moleste. Hace daño al hígado. Sin embargo, el que critica no se molesta, sino que se indigna con justa razón contra acusaciones injustas. La indignación es correcta. Ya Aristóteles afirmaba que la indignación justa es una virtud.
La tristeza es el amor que sufre por lo que le es adverso. Al final la tristeza de Jesús se da por la traición de Judas, la negación de Pedro y los apósteles que se quedaron dormidos durante la pasión en Gethsemani. Leemos en Marcos 14, 34-35: “Y llevó consigo a Santiago, Pedro y a Juan. Comenzó a llenarse de temor y angustia y les dijo: Siento en mi alma una tristeza de muerte. Quédense aquí y permanezcan despiertos” y 37: Volvió y los encontró dormidos.”
Todas las emociones de Jesús han llevado a una acción: oración, sanar, enseñar, alimentar, enfrentamiento etc. Sin embargo, no reconocen a Jesús como el enviado de Dios. Por la oración, la voluntad de Jesús puede superar todas las adversidades. Él asume todas nuestras deficiencias y tristezas y hace prevalecer su voluntad de salvación. El Hijo de Dios es el único sujeto con pasiones divinas y afectos humanos. Su misión se refiere siempre al juicio final y a la vida eterna con Dios. (Este aporte se inspira en un libro del teólogo Emmanuel Durand).
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".