LA COLUMNA DEL DÍA | La voluntad de Dios es hacer el bien
Creado el Jueves, 4 de Julio del 2024 01:01:01 am
La primera condición de la vida cristiana es la decisión de no vivir de cualquier modo, más alla de lo que nos cuenta la televisón, las novelas negras, la “felicidad” de las drogas, la vulgaridad de Hollywood, el mal ejemplo de los líderes políticos y el mensaje negativo de los cantantes. El mundo actual considera la igualdad como el principio básico de la sociedad, pero no puede fundamentar como deben ser las relaciones entre los iguales.
La revelación no es en primer lugar la profecía sino Cristo que se da a conocer en la intimidad de la persona como el amor que da sentido a la existencia. El nuevo mandamiento del amor que Cristo anuncia en la última cena es una ley interna que el Espíríru Santo infunde en nosotros. La fe es el reconocimiento de la invitación de Cristo en nuestra conciencia. La aceptación de la invitación de Cristo produce una conversión del pensamiento que nos lleva a pensar y actuar de una manera distinta. Leemos en Tito, 3,8: “Una cosa es cierta, y en ella debes insistir: los que creen en Dios han de destacarse en el bien que puedan hacer”. Leemos en Efesios, 2,4-6: Pablo felicita a los comunidades que se convirtieron. “Pero Dios en misericordia: ¡con qué amor tan inmenso nos amó! Estabamos muertos por nuestras faltas y nos hizo revivir con Cristo: ¡por pura gracia ustedes han sido salvados! Con Cristo Jesús y en él nos resucitó y nos sentó en la morada celestial. Leemos en Filipenses, 1, 6 y 4,4: “Y si Dios empezó tan buen trabajo en ustedes, estoy seguro de lo que continuará hasta concluir el día de Cristo Jesús. Esté siempre alegres en el señor; se lo repito, estén alegres y tengan buen rato con todos.”
Por estar hecho a la imagen de Dios tenemos razón y voluntad que nos permite también descubrir por autoreflexión, los valores que
dan sentido a nuestra vida. Tenemos que aprender por qué ciertos comportamientos nos convienen y otros no.
Los valores (ley natural) no han sido impuestos desde afuera. Los encuentramos en nuestra conciencia, la Biblia dice en nuestro corazón. Leemos en Romanos, 2,14-15): “Cuando los paganos, que no tienen ley, cumplen naturalmente lo que manda la Ley, están escribiendo ellos mismos esa Ley que no tienen, y así demuestran que las exigencias de la Ley están grabadas en sus corazones” El hombre tiene por esencia una vocación ética. Metafísica y ética están unidas. La ley natural es la ley de mi ser.
Los valores desempeñan el mismo papel que los principios en las ciencias. Ellos son los criterios básios de orientación práctica para la vida. La ética de los valores es actractiva porque proporciona la felicidad a quien busca el bien. La buena vida implica buenas experiencias compartidas. Lo que deseamos ser, se realiza mejor por los valores o las virtudes, o sea, por la buenas relaciones con los demás. (Las virtudes son los valores hechos costumbres). Es un mundo donde existe justicia, lealtad, agradecimiento, solidaridad, respeto y compasión. La virtud es la cualidad que le permite a uno vivir de una manera excelente (Aristóteles, Ética Nicomáquea, I,7).
En el nuevo testamento encontramos muchas refrencias a la vida cristiana como hacer el bien. Aparte de los milagros, indicaciones en las parabolas, en la critica a los fariseos y otros ejemplos que nos enseñan hacer el bien, nos limitamos a citar unos textos que hacen referencia al comportamiento ético como hacer el bien.
Leemos en Romanos, 12,2: “No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior”. El misterio de Dios se presenta como un misterio de amor. El evangelio nos invita seguir el ejemplo de Cristo como la imagen del hombre nuevo. Leemos en Efesios, 2,10: “Lo que somos es obra de Dios: hemos sido creados en Cristo Jesús con miras a las buenas obras que Dios dispuso de antemano para que nos ocuparemos en ellas”. Leemos en Romanos, 12,2: “No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de uan renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto”. Leemos en Romanos, 15,2: “Que cada uno busque lo que agrada a su prójimo, ayudándole a crecer en el bien”. “ Leemos en II Tessalonicenses, 3,13: Por su parte, hermanos, no se cansen de hacer el bien”. Luchamos porque amamos. Leemos en gálatas, 6, 9-10: “Así, pues, hagamos el bien sin desanimarse que a su debido tiempo cosecharemos si somos constantes. Por consiguiente, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y especialmente a los de casa, que son nuestros hermanos en la fe”. Leemos en Romanos, 16, 19: “Todos saben que ustedes están muy abiertos a la fe, y eso me alegra, pero quiero que sean ingeniosos para el bien y firmes contra el mal”.
Buscando el bien establecemos vínvulos fuertes entre la spersonas. Adquirimos la capacidad de amar y dejarse amar. El que da amor necesita también recibir el amor. Nuestra vida recibe un sentido nuevo. Es el sentido que nos permite sobrepasar a nosotros mismos. Leemos en I Timoteo, 6,18: ”Que practiquen el bien, que se hagan ricos en buenas obras, que den de buen corazón, que sepan compartir”. Leemos en Juan,3,17: Dios no envió el Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que se salve el mundo gracias a él”. Las personas que buscan el bien establecen vínculos fuertes. Leemos en Juan, 15,13: “No hay amor más grande que dar la vida para sus amigos.”. No buscamos una utopía sino leemos en Mateo,5, 48: “sean perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo”. Leemos en Juan, 3,17: Dios no envió su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino que para que se salva el mundo gracias a él”.
El desarrollo no es solo aplicar medidas socio-edconómicos. El saber es estéril sin el amor. El saber de los ideólogos se convierte siempre el el saber de los fariseos. Finalmente buscan su propio bien y no el bien de todos.
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".