LA COLUMNA DEL DÍA | La tarde del cristianismo
Creado el Jueves, 20 de Marzo del 2025 01:01:01 am

El libro se refiere principalmente a la experiencia en la Unión Europea, pero la secularización ya está avanzando en América Latina y en África. Él cita las palabras del Papa Francisco: “No vimos en una época de cambios sino en el cambio de una época”. Este cambio trajo una crisis para la Iglesia. Él lo llama la tarde de la Iglesia porque es el momento para que la Iglesia debe superar formas antiguas y establecer una nueva relación con este mundo, buscando a Dios en todo, por medio de un diálogo. Él menciona que en los países de Occidente solo ancianos siguen asistiendo a las misas, los domingos. Se cierran y venden iglesias y conventos. Se piensa que la Iglesia crecerá en otros continentes. Sin embargo, en África el crecimiento se debe al crecimiento del pueblo. Hay muchos bautizos, pero no hay educación como cristiano. Visto la globalización, el proceso de secularización se desarrollará también en los países en vías de desarrollo. En América latina vemos una salida de la Iglesia católica hacia las iglesias pentecostales porque se confía solo en la tradición y no hay formación espiritual. La Iglesia católica se limita a procesiones, a la administración de sacramentos y donde la religiosidad no se transforma en una fe personal. Además, el principal sacramento, la eucaristía, es el sacramento que menos fieles buscan recibir. La preferencia tiene el bautismo y la misa de difuntos. Son católicos de nombre. Este cristianismo se reduce a una “religión cultural” que desaparece con el cambio del paradigma socio-cultural.
La fe está buscando una nueva forma de expresión. Perdemos a Dios y sufrimos por su ausencia. A esta noche oscura de la fe, pertenecen también las dos guerras mundiales, gulag, holocausto, las atrocidades del nacionalsocialismo, del comunismo y del terrorismo actual. Estamos entrando en la época del agnosticismo, del ateísmo y, sobre todo, de la indiferencia. Él considera que la renovación de la fe puede ser un paso hacia la “fraternidad universal”. Ella puede ayudar a la humanidad para que no termine en un choque entre culturas, sino en la construcción de una sociedad ecuménica, no solo de Iglesias, sino para todas las culturas, con respeto por las diferencias.
Los ateos saben que no saben si Dios existe. El ateísmo es una fe, un no saber. Igualmente nosotros “no lo sabemos”, no tenemos una prueba de la existencia de Dios, tampoco sabemos qué significa el “existir” de Dios. Él es totalmente diferente de todas las cosas y de nosotros. ¿La pregunta es si, la negación de la existencia de Dios, hará la vida humana mejor y más auténtica? ¿Podemos aceptar que la vida en el mundo actual, lleno de corrupción, es un verdadero humanismo? ¿Nos satisface? ¿Es posible una ideología que realiza el “cielo en la tierra”?
Halik afirma que nosotros vemos en la fe y en la esperanza que la muerte no tiene la última palabra. Nuestra vida no termina en la nada. La fe tampoco es una huida hacia otro mundo. Leemos en Lucas, 17,20-21: “Los fariseos preguntaron a Jesús: “Cuando llegará el Reino de Dios”? Les contestó: “la venida del Reino de Dios no es cosa que se puede verificar. No van a decir: “Está aquí o allá”. Y sepan que el Reino de Dios está en medio de ustedes”. Por la oración, nos abrimos para Cristo para que nos transforma. La fe, el amor y la esperanza en Cristo abren en nuestra vida una dimensión nueva, más amplia y profunda. Encontramos a Dios en el amor, en el bien, en la justicia, en la belleza, en la soledad y en la muerte. Esto nos debe hacer entender la imagen de Dios. Nos hace descubrir de nuevo el sentido de la cruz. Descubrimos a Dios que se muestra en Jesús dando a sí mismo en la cruz. De esta manera entendemos que la identidad de la fe cristiana es un entrar en la muerte y en la resurrección. El amor es más fuerte que la muerte. La vida cristiana es sacrifico y amor.
Tomás Halik hace la pregunta: ¿Por qué el deseo a Dios tendrá menos valor que el deseo que él no exista? ¿El ser humano está satisfecho con un mundo que siempre se pierde en corrupción e injusticias? Tomás Halik afirma que el ateísmo corre el peligro de convertirse en una religión cuando excede los límites de la crítica a una religión. A menudo se vuelve intolerante y dogmático, peor que a veces la Iglesia. El teólogo, Tomás Halik, estuvo preso, por ser sacerdote, durante el régimen de la Unión Soviética. Él dice que vivió en el sistema de una religión atea y no lo recomienda a nadie. Halik afirma que la crítica del ateísmo ayuda a la religión para evitar fanatismo y fundamentalismo, pero el ateísmo necesita una autocrítica y la humildad de la fe. El piensa que las utopías ateas tienden a ser demitologizadas.
Tomás Halik afirma que la verdadera renovación de la Iglesia necesita fuerzas espirituales, una reflexión teológica, el coraje para experimentar y la participación de los laicos, tanto hombres como mujeres, en la vida y las actividades de la Iglesia. La Iglesia no debe enseñar doctrina y condenar, sino promover la espiritualidad, es decir, la relación personal de cada uno con Cristo que nos invita al cambio. Por la oración permanente recorremos el camino de la vida, donde la libertad renueve, cada día, la decisión de apertura para la voz de Cristo en nuestra conciencia, entre dudas, sacrificios y goce, para la conversión que da un estado interior de amor para buscar y hacer el bien. En lugar de enseñar doctrina y condenar lo de fuera por la Iglesia, debe haber, en primer lugar, la educación en la fe por medio de la espiritualidad. Halik hace mucha referencia a Teilhard de Chardin y a Carl Gustav Jung que entendían la espiritualidad como algo que pertenece a la interioridad persona, con exclusión de toda norma, impuesta desde afuera. Francisco tiene el documento papal más completa sobre la familia como matrimonio y educadora en la fe y en el amor. Se llama “Amoris Laetitia”.
Tomás Halik avisa que Dios ha querido la gran diversidad de pueblos, de razas, de culturas y de religiones. Él está presente en todos. Leemos en Romanos, 2, 14: “Cuando los paganos, que no tienen ley, cumplen naturalmente lo que manda la Ley, están escribiendo ellos mismos esa ley que no tienen, y así demuestran que las exigencias de la Ley están grabadas en sus corazones.” La Iglesia debe saber escuchar a los otros y entender sus propios límites. La primera tarea está en ponernos al servicio de todos. Jesús mostró que Dios es misericordia. Él no vino para condenar sino para salvar.
El autor señala a la encíclica “Frattelli” Tutti” del Papa Francisco, como el nuevo programa de la Iglesia para el diálogo con el mundo. Se trata de contribuir a una nueva ecúmene, más allá de los cristianos. La renovación de la fe puede contribuir, no a evitar el choque de civilizaciones, sino en la construcción de una nueva “comunidad internacional” de fraternidad y de respeto entre las diferencias.
Estoy de acuerdo que las normas brotan desde del interior de la persona, puestos por Dios, pero también somos seres sociales (Juan, 13,34). La fe, el amor y la esperanza no manifiestan normas, sino nos guían hace el bien. Es necesario la razón y fe para indicar las normas. Benedicto lo expresa con las palabras: “Existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor”. Francisco señala en el documento Fratelli Tutti: “Si hay algo conveniente para el buen funcionamiento de la sociedad, ¿no es porque detrás de eso hay una verdad permanente, que la inteligencia puede captar? …De allí se derivan determinadas exigencias que pueden ser descubiertas gracias al diálogo, si bien no son estrictamente fabricadas por el consenso.” Francisco cita a Juan Pablo II: “Si no se reconoce la verdad transcendente, triunfa la fuerza del poder, y cada uno tiende a utilizar hasta el extremo los medios que dispone para imponer su propio interés o la propia opinión, sin respetar los derechos de los demás.” Francisco dice que el manantial de dignidad humana y de fraternidad está en el evangelio de Jesucristo. “De él surge para el pensamiento cristiano y para la acción de la Iglesia el primado que se da a la relación, al encuentro con el misterio sagrado del otro, a la comunión universal con la humanidad entera como vocación de todos.” “Para muchos cristianos, este camino de fraternidad tiene también una Madre, llamada María. Ella recibió ante la Cruz esta maternidad universal y está atenta no sólo a Jesús sino también” “al resto de sus descendientes” ( Ap 12,17).
La Iglesia reconoce que Dios ama a todos por medio de Cristo y que Dios no depende de la Iglesia para salvar. La encíclica sobre la fraternidad entre todos es una gran tarea, pero vemos que actualmente los poderes políticos y económicos no tienen disposición para dialogar. Al contrario, amenazan con insultos, multas y cárcel para los que tienen una opinión diferente. En el mundo occidental no respeten su propio principio democrático de la libertad para los que discrepan. Las ideologías no reconocen su fracaso. Cada una se considera propietaria absoluta de la verdad. Luchan entre ellas para conseguir el poder y no para servir al pueblo. El periodista, Chris Hedges, premio Pulitzer, advierte que cada forma de conocimiento que afirma ser absoluto, deja de ser conocimiento y se vuelve fe. Los veinte últimos años, en América Latina, han demostrado que los gobiernos de Derecha y de Izquierda son corruptos. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se quejó de la invención de la droga química, porque quita el ingreso económico que tenía por medio de la cocaína. En este momento 312 millones de cristianos son perseguidos en 70 países por el Comunismo y por el Islam.
Martha Nussbaum escribe: “Si el verdadero choque de las civilizaciones reside, como pienso, en el alma de cada individuo, donde la codicia y el narcisismo combaten contra el respeto y el amor, todas las sociedades modernas están perdiendo la batalla a ritmo acelerado, pues están alimentando las fuerzas que impulsan la violencia y la deshumanización, en lugar de impulsar la cultura de la igualdad y el respeto.”
Benedicto XVI señala también que “el desarrollo de los hombres y de los pueblos depende de las soluciones que se dan a los problemas de carácter espiritual. El ser humano se desarrolla, cuando crece espiritualmente, cuando dialoga consigo mismo y con su Creador.”
