LA COLUMNA DEL DÍA | La pertenencia al misterio del amor
Creado el Jueves, 13 de Abril del 2023 01:01:01 am | Modificado el 13/04/2023 07:19:14 pm

Se produce una nueva manera de vivir, una humanidad diferente, porque creemos que Cristo está presente dentro de las personas. El cristianismo es en primer lugar un encuentro con personas que se reunen alrededor de la persona de Cristo. El hombre es un ser autónomo, que proyecta su propia vida, pero dentro de una comunidad descubre la experienca del amor. La comunidad de las personas es el lugar donde puede descubrir esta experiencia de la vida con Cristo o del sentido de Cristo en las personas. Las personas con quienes caminamos, con quienes nosotros nos encontramos, las personas con quienes vivimos, son las personas con quienes se puede descubrir esta experiencia del amor. Una persona que está en un grupo, descubre esta realidad y expresa su pertenencia. Cuando hablamos de lo más profundo de una persona, estamos hablando de la pertenencia: la familia, la promoción del colegio, la alma mater de la universidad, la patria etc. esto no puede ser al relativo o pasajero como la moda o como las nuevas tecnologías que se introducen diariamente. Sin embargo, la persona humana es libre y puedo perderla si no la cultiva. La persona debe tener la conciencia de pertenecer a esta experiencia y debe cultivarla. La persona ama y es amada. Esta pertenencia solo puede crecer en la medida en que la persona se identifica con esta experiencia, se identifica con las personas que está dentro de esta experiencia, que garantizan el desarrollo de esta experiencia. En la fe en Dios y en la confianza en la familia hay un proceso de crecimiento. Cristo que vive en nosotros y nos va transformando.
La experiencia solo puede mantenerse y crecer por medio de la oración personal diaria con Dios y por la identificación con las personas con quienes nosotros vivimos y caminamos. La unión de las personas de la comunidad depende de la decisión ética de cada uno. ”Por consiguiente, mientras tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, y especialmente a los de la casa, que son nuestros hermanos en la fe” (Galátas, 6, 10). “Procuren todos tener un mismo pensamiento y un mismo sentir: con afecto fraternal, con ternura, con humildad. No devuelvan mal por mal o insulto por insulto; más bien bendigan, pues por esto han sido llamados; y de este modo recibirán la bendición” (I Pedro, 3, 8-9). La Iglesia constituye un encuentro entre personas con la experiencia de una humanidad nueva, porque creemos que Cristo está presente en estas personas. Por eso, se considera la familia como la Iglesia doméstica. El teólogo Luigi Giussani señala que el encuentro con Cristo produce una nueva manera de vivir. Cuando nos relacionamos, no solo vemos las personas en el límite de su existencia sino las vemos con un destino grande. La persona adquiere un valor especial precisamente por el destino que está en ella. Toda persona recibe un sello divino que cambia su personalidad y cambia también las relaciones entre las personas. El amor de Cristo nos hace amar a todos, independiente de su situación económica o social, de la misma manera. Cristo dijo a Nicodemo: “No te extrañes de que te haya dicho: ‘Necesitan nacer de nuevo desde arriba” (Juan, 3, 7).
La comunidad de las personas es el lugar donde uno puede descubrir la experiencia de vida con Cristo. Por recibir el amor en la comunidad, la persona llega a entender el sentido de su vida y así a desarrrolar su personalidad. Llega a ser una persona que ama también y busca el bien porque el amor espiritual es hacer el bien. Su ideal es la perfección del Padre.
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".
