LA COLUMNA DEL DÍA | La mejor vida
Creado el Jueves, 7 de Noviembre del 2024 01:01:01 am
Lo consideramos como algo del futuro, pero siempre nos adelanta. ¿Qué influencia tiene la muerte en nuestra vida? Nadie sabe algo al respecto. ¿Solo podemos esperar? ¿Existe algo después de esta vida? Esto, no significa que no podemos hablar sobre la vida después de la muerte. Todos opinan que pueden planificar algo para el futuro y podemos dar expresión a lo que esperamos. Tiene sentido dar un contenido a la esperanza. Como creyentes hablamos de la vida después de la muerte. No podemos comprobar nada, pero creemos en una esperanza. Esta confianza encontramos en la palabra de Dios, en su presencia en nosotros y en su actuación en nuestra historia que realiza con nosotros en esta tierra. El Reino de Dios ha empezado entre nosotros, pero no es fácil observarlo. Vivimos en un mundo de violencia, injusticias y corrupción. El poder amenaza la existencia pacífica de todo.
Sin embargo, el Dios de la fe hizo una alianza con nosotros, una alianza de amor. El Reino de Dios es la manera como nosotros realizamos historia entre nosotros. Dios construye su Reino por justicia, misericordia, gracia, paz y amor. Se experimenta el dominio de Dios donde seres humanos viven juntos en completa solidaridad, como hijos del Padre. Donde está Dios debe haber paz en la familia, en el trabajo, en la nación y no puede existir diferencias por raza, nación, tribu, grupo, profesión o dinero.
A pesar de la realidad de violencia y corrupción, el Reino de Dios, sigue siendo una realidad de esperanza. El cristiano lo vive por medio de su postura de servicio para todos en este mundo. Por la confianza en esta vida cristiana en el mundo, tenemos la esperanza de la perspectiva para un futuro eterno. Nuestras oraciones y nuestras actividades tienen solo sentido cuando logran su realización completa. Esto no podemos lograr nunca en nuestra historia. Nuestros logros son parciales en esta tierra.
Además, están siempre amenazados por personas irresponsables y la muerte. Siempre hay muchos que murieron y siguen muriendo como victimas de injusticia y violencia. Sin embargo, creemos en un Dios de los vivos. Por esta fe, confiamos en la resurrección de los muertos. La resurrección no es solo la relación de la contemplación privada de cada uno con Dios sino de todos que viven en justicia, paz y amor. Por ese motivo, oramos también por fallecidos. Muertos y vivos están en la alianza de amor con Dios. Somos, por eternidad, miembros de la alianza de amor que Dios ofreció. Él espera nuestro amor recíproco.
El Cristo resucitado es el fundamento de nuestra confianza en la resurrección. En Él empieza ya la coronación de nuestra historia, nuestra tierra y nuestra comunidad humana. Creemos en Dios que es el fundamento de nuestro deseo de participación eterna en su vida.
Cristo sufría el juicio de Dios sobre el pecado. Un Dios de justicia y amor no puede permitir que los seres humanos se destruyen entre ellos. Es un Dios de amor, pero también de justicia. Un Dios que solo dona, nos trataría como objetos. Se trata de una alianza de amor recíproco. Dios siempre respetó nuestra libertad. Él debe sancionar a los pecadores, pero como iniciativa del Padre, el Juez, el Hijo sufrió el juico. Condenar y sufrir el juicio, ocurren dentro de la relación de amor entre Padre e Hijo. Dentro de este proceso, hay una unidad entre Juez y Condenado.
Por presentarse como ser humano en la relación de Hijo, Jesús hace participar a los seres humanos en el acto de salvación. El ser humano debe hacer algún bien como respuesta a un Dios de compasión. A pesar del pecado mas grande, esta Dios permite que el ser humano puede hacer algo bien para Él. De esta manera Jesús posibilita por medio de la cruz que Dios esté con los seres humanos y que los seres humanos estén con Dios.
La fe es escoger la vida que Jesús nos mostró y sigue actualizando por el Espírito, siempre presente, que nos atrae. Somos salvados y esta salvación nos hace participar en la salvación de la creación. A pesar de los fracasos y obstáculos, seguimos esperando en la cruz del amor que es más fuerte que todo mal. Leemos en la carta a los Romanos, 8, 22-25: “Vemos que la creación gime y sufre dolores de parto. Y también nosotros, aunque tengamos el Espíritu cono un anticipo de lo que hemos de recibir, gemimos en nuestro interior mientras esperamos nuestros derechos de hijos y la redención de nuestro cuerpo. Estamos salvados, pero todo es esperanza. ¿Quieres ver lo que esperas? Ya no será esperar, porque ¿quién espera lo que ya tiene a la vista? Esperemos, pues, sin ver, y lo tendremos, si nos mantenemos firmes”.
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".