LA COLUMNA DEL DÍA | La Eucaristía
Creado el Jueves, 7 de Diciembre del 2023 01:01:01 am
Es una figura que el mundo actual del dinero y del poder no entiende. La aceptación de la cruz demuestra que Jesús era un hombre que no puede comprenderse según los criterios de la envidia y del egoísmo. Jesús transforma la muerte en un acto de amor que se pone a disposición de Dios. “Amen los unos a los otros. Si el mundo los odia, sepan que antes odió a mi. No sería lo mismo si ustedes fueran del mundo, pues el mundo ama lo que es suyo. Pero ustedes no son del mundo, sino que los elegí de en medio del mundo y por eso el mundo los odia” (Juan, 15,17-19). “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando” (Juan, 15,13-14). En su última aparición a los apóstoles Jesús dijo: Todo estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando con Jerusalén, y yendo después a las naciones, invitándolas a que se conviertan (Lucas, 24: 46.47).
El sinsentido de la muerte llega a tener un sentido. Él, que es el Hijo de Dios y que es también hombre, se ofrece al Padre en su muerte y así manifiesta como quien nos incorpora a todos al Padre. No bastan solo las palabras de la institución; tampoco es suficiente sólo la muerte; e incluso ambas reunidas todavía no bastan, sino que también tiene que producirse la resurrección, en la que Dios acepta esta muerte y la convierta en puerta que introduce en una nueva vida. El actor principal en la misa es Cristo. Vamos a la eucaristía para poder recibir la participación en su misterio de resurrección y salvación.
Visto con los ojos del mundo, Jesús es un fracasado. Sin embargo, los caminos de Dios son diferentes de los caminos de los hombres. Su éxito tiene lugar a través de la cruz. Los verdaderos fieles a través de los siglos son aquellos que han aceptado este signo. La Iglesia de los sufridos nos da fe y nos llena de esperanza. El hombre puede ser salvado. La Iglesia de los sufrientes es el signo del que nos llega constantemente la fuerza de la vida y nos purifica. “El que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no es digno de mí (Mateo, 10,38).
“Yo he recibido del Señor lo que a su vez les he transmitido. El señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan y, después de dar gracias, lo partió diciendo: esto es mi cuerpo, que es entregado por ustedes; hagan esto en memoria mía. De igual manera, tomando la copa, después de haber cenado, dijo: “esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre. Todas las veces que las beban háganlo en memoria mía” (I Corintios, 11, 17-28).
De este modo aparece claro cómo ha surgido la eucaristía, cual es a su autentica fuente. El profeta Jeremías preveía la Nueva Alianza, que ya no estará ligada a la descendencia de Abraham según la carne, ya no más al imperio de la Ley, sino que surgirá del amor renovado de Dios, que nos da un corazón nuevo. Ello significa de alguna manera hermandad de sangre entre Dios y los hombres. Las primeras palabras a sus discípulos del resucitado fueron: Paz a ustedes. Cristo es nuestra paz. Encontraban un nuevo espacio de paz: la reconciliación entre esclavos y libres, griegos, bárbaros, judío y gentiles. Jesucristo une a todos. Se nombrada la eucaristía como “paz”. Los antiguos cristianos crearon espacios de paz en un mundo carente de paz. Se consumía la eucaristía día tras día. Ellos perseveraban en la doctrina de los apóstoles y en la vida común, en la fracción del pan y en la oración. “Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses, 4,7).
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".