LA COLUMNA DEL DÍA | La Centralita, una década después
Creado el Domingo, 3 de Marzo del 2024 11:19:30 pm
Corría el mes de mayo del 2014 y César Álvarez era el todopoderoso presidente regional de Ancash que se alistaba a presentarse a la reelección para un tercer mandato y todo hacía presagiar que la aplanadora mediática amarilla de los “comandos” funcionaría con la eficiencia que los caracterizaba, porque gozaban de una afiatada red de clientelaje político y un amplio respaldo en los medios de comunicación que monitoreaban desde “La Centralita”.
El populismo desbordante a costa de los recursos públicos y una muy bien sincronizada maquinaria publicitaria en favor de Álvarez, garantizaban superar el 30 % de los votos ancashinos para seguir saqueando los recursos de la región más rica del país.
Álvarez llegó a la región apelando a su autodenominado perfil de “moralizador”, recalcando que castigaría con “chicote” en las plazas públicas a los funcionarios corruptos y que no robaría porque era un muchacho humilde que conocía las necesidades del pueblo. Se presentaba como una alternativa diferente a los candidatos que provenían de los partidos tradicionales o a los empresarios que invertían fortunas en sus campañas políticas porque realmente, él era del “pueblo”.
Álvarez había postulado varias veces al Congreso y a la alcaldía sin éxito, habiendo acumulado siete derrotas electorales en una década. Sin embargo, para su primera victoria regional pactó un apoyo importante con el sindicato de construcción civil liderado por Ezequiel Nolasco, a quien además llevó como consejero regional. Fue precisamente este sindicato que sirvió como su aparato político-organizacional para recorrer una región tan extensa y dispersa como Áncash y lograr una victoria que le había sido esquiva desde 1995 y así, dejar de ser el eterno candidato que punteaba toda la campaña y perdía el día de la elección.
Como una ironía fatal de la política, al poco tiempo de estar en el poder, Ezequiel Nolasco se convirtió en su más férreo opositor y su adversario más peligroso. En plena campaña reeleccionista del 2010, el hijo de Nolasco fue asesinado en un intento de homicidio contra el consejero y en marzo del 2014 Nolasco fue finalmente asesinado mientras retornaba de Lima por órdenes de Luis Arroyo, lugarteniente de Álvarez y alcalde de Chimbote en el momento del crimen.
La justicia que durante siete años se había mostrado benevolente, finalmente ordenaba su detención y la de una treintena de personas en medio de un impresionante operativo policial desplegado en nuestro puerto y en la sede regional. La suerte que había acompañado por años y que muy probablemente siempre fue asegurada con abundantes fajos de dinero en manos de funcionarios claves de distintas dependencias públicas, se había terminado. César Álvarez dejaba de ser el gobernante regional más poderoso para convertirse en un reo en cárcel a la espera de su juicio.
El exgobernante ancashino es acusado de encabezar una organización criminal, en que habrían tenido participación figuras preponderantes de su gestión regional, miembros de la policía nacional, dirigentes de construcción civil, militantes de su movimiento regional, periodistas y hasta Odebrecht, y todo habría sido dirigido desde la famosa “Centralita”, ubicada en la Urbanización La Caleta.
Hoy el Tercer Juzgado Penal Colegiado de la Corte Superior Nacional leerá sentencia contra César Álvarez y sesenta acusados, una década después de ser detenida. Más allá de lo que pase con Álvarez, es penoso que los sucesores en el GRA han terminado sus gobiernos de la misma manera, lo que significa que el problema somos los ancashinos, que no hemos aprendido nuestra lección y elegimos mal.
* Pablo Rioja Cueva es abogado especialista en derecho constitucional y administrativo, árbitro en contrataciones con el Estado y laboral. Tiene amplia experiencia en gestión pública y docencia universitaria. Fue regidor en la Municipalidad Provincial del Santa.