LA COLUMNA DEL DÍA | ¿El fundamento de la ética?
Creado el Jueves, 19 de Diciembre del 2024 01:01:01 am
Esta es, en definitiva, la cuestión lanzada por la Modernidad. Esta civilización extraña, la primera en la historia, ha fundada su progreso sobre la desconfianza metódica, el miedo a la muerte y la convicción de que el amor y el darse son actos imposibles.
El sociólogo, aleman, Ralf Dahrendorf, denuncia que las estructuras de la sociedad no ofrecen un sentimiento de pertenencia. Faltan ligaduras más profundas. Los valores o la ética son los lazos imprescindibles para unir a las personas y para dar sentido a su existencia: amor, solidaridad, confianza, justicia etc.
Todas las filosofías modernas tienen la dificultad de defender la dignidad intrínseca de la persona. El ser humano ya no es un ser creado por Dios con un destino, y por lo tanto con dignidad, sino es una casualidad en la indiferencia inmensa del universo. En el universo nadie manda, nadie obedece y nadie es culpable. Se distingue del animal por sus productos materiales y culturales, pero no hay nada que fundamenta su dignidad moral. Al comienzo del siglo XXI siguen las guerras tal como al inicio de la historia humana. Sin embargo, a partir de la segunda mitad del siglo XX surge la preocupación para defender la ética.
El filósofo y sociólogo alemán, Jürgen Habermas, considera que ni Kant, ni Hegel, ni Marx lograron esclarecer la relación entre ciencia y filosofía. Marx sacrificó la filosofía en aras de la ciencia y cometió el error de hacer depender o reducir las relaciones humanas a la dimensión del desarrollo de las fuerzas productivas. El capitalismo avanzado predomina a la acción técnica y excluye los temas morales porque no aportan a la producción y al consumo.
Habermás plantea que la moral universal será definida por la participación de las masas en procesos públicos. El pretende resolver el problema de la ética por medio de los acuerdos que se logra entre las masas que participan en un diálogo. El procedimiento de pedir opiniones determina la ética en lugar de los valores o ideales. De esta manera, Habermas afirma que la ética de las virtudes está estrechamente ligada a la posibilidad de demostrar que cierto tipo de vida es el mejor. Sin embargo, las opiniones no son obligatorios. Esta afirmación supone una concepción metafísica general del mundo y de la existencia humana. Sin embargo, vivimos en una época postmetafísica que considera imposible dar una definición metafísica general del bien aceptada universalmente. La razón humana no tiene la capacidad de conocer lo absoluto.
El filósofo, francés, Jean Paul Sartre tiene razón cuando afirma que no se puede fundamentar la dignidad intrínseca de la persona, una ética y las normas universales, sin la fe en Dios. El no cree en Dios, y, por lo tanto, el individuo tiene la libertad de la libertad.
A pesar de no ser por sí mismas las cosas de este mundo existen. Por sí mismas son no-ser. Son relativos. Reciben su existencia. El fundamento de la existencia del bien, se soluciona solo con la afirmación de la existencia de Dios. Esta solución es un misterio porque Dios es un misterio. Es un acto de fe. Creer es pasar a otro nivel. Cuestionamos la cultura tecnócrata dominante de un ambición del poder desmedido, de manipulados de los seres humanos, de violencia, de egoísmo y nos convertimos en una cultura de amor y valores.
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".