LA COLUMNA DEL DÍA |EL DON DE LA LIBERTAD Y DE LA SOLIDARIDAD
Creado el Jueves, 20 de Julio del 2023 01:01:01 am
Los deseos y las necesidades no son exclusivamente materiales. Actualmente se tiende a creer que “todo incremento de poder constituye sin más un progreso, un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía vital de plenitud de valores”, como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico. El hecho es que “el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto”, porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores y conciencia (Francisco, Laudate Si, 81-82). Se ha eliminado la pregunta por el bien y la conciencia personal.
La disminución de creyentes en la Iglesia católica no es por falta de modernización o por errores de la Iglesia. El origen está en entender la emancipación de la vida como una actividad a partir de la razón instrumental. El espíritu técnico desprovisto de una dimensión interna es la causa de la degradación cultural. La élite tecnócrata y las ideologías materialistas eliminan en todo el mundo los valores. “Por otra parte, muchedumbres cada día más numerosas dejan de practicar la religión. Negar a Dios y la religión, prescindir totalmente de ellos, no constituye ya, como en el pasado, un hecho raro e individual: actualmente, con frecuencia, se presentan como exigencias del progreso científico o es un nuevo tipo de humanismo” (Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes, párrafo 7). Nadie puede constituirse como persona, como familia o como país sin el trabajo, pero solo la elevación moral permite la relación justa con los otros.
La práctica de los valores nos posibilita una vida digna con las otras personas cercanos sino abarca también los grandes mecanismos productivos, financieros y comerciales. La caridad y la verdad son los principios necesarios para que las grandes económicas estén al servicio del bien común. “Toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral” (Benedicto, XVI, Encíclica Caritas en Veritate, 2009). No podemos avanzar en el camino difícil de la transformación de la vida económica si no realizamos una verdadera conversión de mentalidades y corazones. Se confunda libertad con instinto de lucha y dominio, cualesquiera que sean las ideologías. No habrá economía humana si los instintos no son dominados por las fuerzas más profundas que se encuentran en el hombre (Juan Pablo II, encíclica Redemptor Hominis, capitulo 16).
Solo en la conciencia y en el ejemplo de la vida de Jesucristo encontramos los valores que recibimos de Dios. En Cristo se manifiesta el sentido de la vida. Cristo es la verdad y el amor que transforma el pensamiento, las emociones y es la fuente de una conciencia que el mundo tecnológico considera superflua. Por el encuentro con Cristo el ser humano recibe un ejemplo de vida de bien y de amor que lo convierte. Todos somos aceptados y amados.
Las ideologías afirman la autonomía absoluta de hombre, independiente de una supuesta realidad sobrenatural. Sin embargo, ser cada día más verdaderos significa cambiar nuestra falsa conciencia de que somos dueños de nosotros mismos y llegar al conocimiento claro de que hemos recibido la libertad y la solidaridad de Alguien que nos ama.
El encuentro con Dios llama a un pensar y actuar diferente. La primera pregunta no es: ¿Qué voy a hacer? sino: ¿Quién soy yo?
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".