LA COLUMNA DEL DÍA | Buena postura al leer nuestros mensajes de texto
Creado el Miércoles, 24 de Noviembre del 2021 09:20:14 am | Modificado el 24/11/2021 02:21:24 pm

La comunicación es una de las habilidades blandas que la gente profesional y educada no debe descuidar. En estos tiempos, nuestras formas de comunicarnos con los demás se están volviendo más impersonal, especialmente en los jóvenes. Ejemplos hay muchos, sino veamos en la red social Facebook o Instagram como el esposo y la esposa se comunican con mensajes que bien podrían decirle de manera directa en casa. Así suceden con aquellas otras personas que conviven, pero, que seguramente no se atreven a expresar sus sentimientos a la otra persona de manera directa y prefieren comunicarse por otros medios, especialmente a través del teléfono móvil.
Es precisamente, la forma cómo leemos los mensajes a través de nuestro móvil, lo que está permitiendo ante los demás la proyección de nuestra imagen corporal. Del libro “Lenguaje corporal en 40 días, una guía paso a paso para dominar la persuasión silenciosa”, cuyo autor es Jesús Enrique Rosas, he obtenido el siguiente extracto:
Uno de los beneficios que ha brindado la tecnología a nuestra vida es la posibilidad de mantenernos en contacto en todo momento; ya sea a través de mensajes de texto, mensajería instantánea, el correo electrónico o una simple llamada telefónica, podemos decir que estamos enlazados de manera permanente. Esta situación ostenta no pocos detractores, quienes afirman que la deshumanización ha empezado por nuestra cada vez mayor dependencia de la telefonía móvil.
Pero el verdadero inconveniente de esta situación es la postura que tomamos al interactuar de esta forma. Casi invariablemente, mantenemos la cabeza baja, sin despegar los ojos de la pantalla del teléfono, mientras ambas manos lo sostienen firmemente cerca de nuestro pecho.
¿Qué estamos haciendo con esta postura? pues una especie de campo de fuerza infranqueable, en el que no permitimos que nadie ni nada entre. Y al decir “nada” me refiero a actitudes, opiniones, ideas, sentimientos... en fin, cualquier acercamiento que insinúe alguna acción en nosotros, tanto racional como emotiva. Y pensamos que estamos muy bien así. Aun cuando soltamos el teléfono, nuestra cabeza tiende a mantenerse inclinada hacia adelante (y hacia abajo), en un permanente gesto de ´no molestar´. Vivimos rápidamente, y esa postura lo demuestra; queremos llegar rápido a donde vamos (aunque sea al banco, a esperar una hora sentados), y queremos minimizar cualquier interacción social “¡Pues el tiempo apremia!”
He aquí el dilema del asunto. Es aquí donde empieza nuestra aventura. En la aceptación de que vivimos en una época ultrarrápida, de mensajes instantáneos y quehaceres constantes. Pero aun cuando tomemos conciencia de nuestra premura minuto a minuto, no hay excusa para descuidar la parte más importante de nuestra imagen: la postura. Enderezarnos, caminar con la frente en alto, poder ver a nuestro alrededor, empezar a “ver” otra vez lo que ocurre en nuestro entorno, es nuestro primer gran paso.
Con respecto a este último punto, te doy una advertencia: es una costumbre que debes ir cultivando, pues los ojos son la principal “ancla” en la interpretación de los sentimientos de las personas. Como dato curioso, en nuestra estructura cerebral tenemos áreas especializadas para el reconocimiento e interpretación de rasgos y expresiones faciales; y la que está especializada en los movimientos oculares es la más desarrollada de todas. Si la evolución nos dotó de tal “superpoder”, ¡Ya basta de tenerlo en el olvido!
*Felipe Llenque Tume es doctor en Administración, pastdecano del Colegio Regional de Licenciados en Administración (Corlad Chimbote), director de la Escuela de Administración en la Uladech Católica, consultor en capacitación y asesoría empresarial a sectores económicos de producción y servicios, y miembro del Directorio de Sedachimbote.
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