OPINIÓN. Sobre el pretendido fracaso de la descentralización
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:33:29 pm
La corrupción en el Perú existe desde los inicios de su historia y no voy a ir más allá para no desanimar a los que leen o escuchan esto.
En realidad la corrupción está metida en la mente de todo ser humano.
Con el surgimiento de algunas religiones que promueven valores como el amor, la solidaridad, el servicio a los demás, y con el desarrollo de las ciencias, las artes y las letras, los hombres y mujeres buenos y buenas encontraron las salidas y los cauces para luchar contra el accionar de aquellos y aquellas que practican la maldad.
Resulta que la corrupción es mayor en aquellos lugares en donde gobierna el más fuerte (que podría ser el más instruido y capacitado para ejercer el poder -pero no siempre-, el más rico, el más blanco o el más tirano). En la mayoría de los casos acceden al poder engañando a sus electores, mayoritariamente pobres y muy deficientemente instruidos, ofreciéndoles aquello que sabe no ha de cumplir.
Nadie puede negar que en nuestro país, la corrupción está en todos lados; ha echado raíces muy profundas. Todos los días los medios informativos nos hacen saber de actos de corrupción descubiertos, por ejemplo, en las gestiones ministeriales, llámese Ministerio de Energía y Minas, donde nuestras afamadas riquezas minerales están siendo concesionadas a empresas extranjeras a pesar de las protestas y reclamos de las poblaciones que se verán afectadas por el duro y negativo impacto a su ecosistema y forma de vida; reclamos que no son tenidos en cuenta y que, peor aún, son duramente reprimidos. Se dice que mucho dinero corre bajo la mesa de negociaciones.
Las instituciones autónomas de alcance nacional, cuya sede central se ubica en la capital de nuestra república, son presas de la corrupción, veamos: los dos últimos fiscales de la Nación, para no ir más lejos, tanto Peláez Bardales como el actual, Ramos Heredia, tienen abiertas investigaciones por ser presuntos autores de actos de corrupción, específicamente porque desde sus cargos habrían protegido a altos funcionarios del Estado acusados de corrupción.
En la institución que los investiga, el Consejo Nacional de la Magistratura, tres de sus consejeros, Vladimir Paz de la Barra, Luz Marina Guzmán y Herrera Bonilla, según información periodística, habrían sido recusados para que no intervengan en su investigación y votación por tener también serios cuestionamientos referidos a la forma como accedieron a esos cargos (de consejeros) y o sus presuntas relaciones con terceros de la investigación, lo que lógicamente los inhabilita para opinar y decidir sobre estos casos.
Tenemos, dos expresidentes de la República, Alejandro Toledo y Alan García, con muy graves denuncias de hechos corruptos que habrían ejercido en su gestión. Y un ex presidente, Alberto Fujmori, que purga una larga condena por corrupción y asesinatos.
Existe en nuestro país un Poder Judicial endeble, porque muchos de los jueces que deben decidir respecto de actos de corrupción deben su designación en dichos cargos a favores políticos que los tienen maniatados.
Nuestras Fuerzas Armadas no escapan a los escándalos de corrupción y la Policía Nacional del Perú está infestada de agentes corruptos y lamentablemente no se trata de casos aislados; lo estamos viendo, no cerremos los ojos ni nos tapemos los oídos.
Tenemos gobiernos que en los últimos años llegaron al poder con un discurso, pero una vez que lo lograron, temerosos del verdadero poder económico que es el que nos gobierna hace más de 20 años, se alinearon a sus mandatos y con el prurito de la “disciplina fiscal” no toman ninguna decisión por el bienestar de las mayorías. Eso es también corrupción.
A este poder económico no le preocupa la corrupción porque vive de ella.
Los más jóvenes solo trabajan para consumir lo que la cacareada modernidad les ofrece: ropa de marca, aparatos electrónicos y diversión. No tienen la más mínima formación política ni social, a pesar de que muchos de ellos son profesionales. Pero ya sabemos cuál es el nivel de nuestro país en lo que respecta al rubro instrucción y educación.
Las grandes mayorías de peruanos y peruanas somos gente honesta y trabajadora, pero con muy poca autoestima; no somos agentes activos del cambio porque la mayoría somos producto de un sistema educativo que nos inculca el bajar la cabeza ante el poder.
¿Es la descentralización la que está fracasando? Mi opinión es que NO. Es el Perú el que fracasa, a causa de liderazgos horrendos, obtusos, cínicos, faltos de ideología, de valores y de coherencia cuando alegan tenerlos.
Entonces, ¿qué hacemos?, ¿disolvemos la descentralización y retrocedemos?
Si su opinión es que SÍ, pues entonces tendríamos que disolver el Perú y, a su vez, para no exponernos al anarquismo, decidir ya si nos anexamos a uno de nuestros países vecinos, al más competente por supuesto.
Si NO nos gusta esa alternativa, entonces yo opino que mejor decidamos unirnos, dejar de ser pasivos y solo parlanchines, y exigir y comprometernos en una transformación de nuestra realidad que tenga como único punto de partida el invertir todo lo que fuere necesario en educación, salud y en promoción del trabajo.
Inversiones y acciones que deberán ser manejadas y dirigidas por un conjunto de personalidades de nuestro país, ampliamente reconocidas y solventes en todos los aspectos de su vida. Que las tenemos y muchas.
Solo así no tendremos más Toledos, Garcías Pérez, Peláez Bardales, Fujimoris, Álvarez, Arroyos, pues en todo caso serían las excepciones, pero nunca más la regla, como ocurre ahora.
Es mi opinión.
María Alejandra Loyola Segura
Abogada, exfiscal del Ministerio Público del Santa, asesora legal de la Comisión de Justicia Social de la Diócesis de Chimbote