La fiesta de la papa en las alturas de Áncash
Creado el Viernes, 26 de Noviembre del 2021 01:57:34 pm
Un caldo de carnero y palabras de aliento antes de iniciar la jornada. Luego, arriando una recua, mujeres y hombres inician la cosecha de papa en las alturas de Áncash, en el centro poblado de Pisha, distrito de Pamparomás.
Un grupo de 30 comuneros se reparte los surcos y rápidamente avanza hasta llegar a la cima de la parcela que ha servido como centro de experimentación de la siembra y cosecha de papa de la variedad Amarilis.
El trabajo comunal se desarrolla a 3.460 metros de altura sobre el nivel del mar y el aire helado de la sierra peruana contrasta con el sudor de los productores que siguen cosechando y apilando sacos llenos del tubérculo que es motivo de orgullo nacional.
De pronto el trabajo se detiene debido a que una de las mujeres encontró una papa del tamaño de sus dos manos. Minutos después alguien más encuentra otra papa grande y así sucesivamente. La felicitación es para todos.
“Los compañeros de la comunidad campesina Santa Rosa de Quicacayán nos hemos organizado para hacer un trabajo más rápido y luego veremos qué tan buena ha sido nuestra producción”, dice Filomeno Milla Rodríguez.
Mientras los comuneros continúan escarbando la tierra buscando papas, a un costado otro grupo prepara el hoyo con una pirca de piedras bien caliente que servirá para preparar la pachamanca con diferentes carnes. Los niños juegan alrededor del fogón, corren, gritan y también se dan tiempo para rastrojear el suelo y encontrar el alimento que más se sirve en sus mesas.
La hora avanza y la cosecha de papa también. Entre el manto verde de la sierra peruana y el ir y venir de los agricultores se distingue claramente a las mujeres, quienes visten sus mejores trajes para lo que es una verdadera fiesta: la cosecha de papa.
Ellas no hablan mucho y solo algunas tienen al español como segunda lengua. Sin embargo, tienen la misma habilidad y rapidez que los hombres para trabajar la tierra. “Toda nuestra vida hemos aprendido a trabajar en la chacra. Seguimos la costumbre de nuestros antepasados y luego la papa que cosechamos la vendemos para ganar algo de dinero”, cuenta Jhuly Neponoseno Valerio, de 19 años, quien acudió a la cosecha en representación de su padre junto a su hermana Valentina.
Las miles de papas han sido tiradas a un rincón para el proceso de selección: papas pequeñas, medianas y grandes. La idea es tener un buen producto en tamaño y forma para venderlo a un mejor precio.
“La parcela demostrativa la iniciamos hace cuatro meses y enseñamos cómo se debe cultivar la papa: distancia entre surcos, distancia entre plantas, aporque (cantidad de tierra sobre la planta) y a usar semilla certificada. Nuestra idea es demostrar qué resultados se tiene en la forma de trabajar de los productores y en la forma como nosotros enseñamos”, explica el jefe de operaciones zona sierra del Servicio para el Desarrollo Integral Rural (Sedir), Liberato Torre Albino.
Los resultados de la cosecha fueron buenos: más de 2.5 toneladas de papa mejorada Amarilis con el uso de 150 kilos de semilla certificada. El experimento ha permitido incrementar en 40 % la producción de papa.
Durante 2021 Sedir ha trabajado en 42 parcelas demostrativas con la finalidad de que mujeres y hombres del campo mejoren su producción.
Ya es mediodía y, como premio, cada uno de los comuneros recibe su pachamanca de cuy y carnero con abundante papa que sobresale del plato. Luego cada uno carga su saco de papa por una pendiente de unos 150 metros de altura hasta salir a la carretera que es una trocha. Vuelven a casa tras un arduo trabajo reflejado en una variedad de papa que luego veremos en las diferentes presentaciones de nuestra gastronomía nacional. ¡La fiesta de la papa!