Una vez salió un sembrador a sembrar.
Creado el Domingo, 16 de Julio del 2017 02:39:39 am
Mateo 13:1-23
1Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar.2Y se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, y toda la gente quedaba en la ribera.3Y les habló muchas cosas en parábolas. Decía: «Una vez salió un sembrador a sembrar.4Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron.5Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra;6pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron.7Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron.8Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, una ciento, otra sesenta, otra treinta.9El que tenga oídos, que oiga.»10Y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?»11El les respondió: «Es que a vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.12Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará.13Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden.14En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis.15Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane.16«¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!17Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.18«Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador.19Sucede a todo el que oye la Palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino.20El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la Palabra, y al punto la recibe con alegría;21pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la Palabra, sucumba enseguida.22El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero los preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto.23Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la Palabra y la comprende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.»