Sabías que?
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:06 pm
La primera forma de evangelizar a los hermanos y hermanas de otra religión consistirá en el testimonio mismo de una vida pobre, humilde y casta, impregnada de amor fraterno hacia todos. Al mismo tiempo, la libertad de espíritu propia de la vida consagrada favorecerá el «diálogo de vida»[249], con el que se lleva a cabo un modelo fundamental de misión y de anuncio del Evangelio de Cristo. Para favorecer el conocimiento mutuo y el recíproco respeto y caridad, los Institutos religiosos podrán cultivar además oportunas formas de diálogo, en un clima de amistosa cordialidad y de sinceridad recíproca, con los ambientes monásticos de otras religiones.Otro ámbito de colaboración con hombres y mujeres de diversa tradición religiosa consiste en la solicitud por la vida humana, que se manifiesta tanto en la compasión por el sufrimiento físico y espiritual, como en el empeño por la justicia, la paz y la salvaguardia de la creación. En estos sectores serán sobre todo los Institutos de vida activa los que han de buscar un entendimiento con los miembros de otras religiones, en un «diálogo de las obras»[250] que prepara el camino para una participación más profunda.
Un ámbito particular de encuentro fructífero con otras tradiciones religiosas es el de la búsqueda y promoción de la dignidad de la mujer. En este punto las mujeres consagradas pueden prestar un precioso servicio, en la perspectiva de la igualdad y de la justa reciprocidad entre hombre y mujer[251].
Estos y otros compromisos de las personas consagradas en su servicio al diálogo interreligioso requieren una adecuada preparación en la formación inicial y permanente, así como en el estudio y en la investigación[252], desde el momento que en este sector nada fácil se precisa un profundo conocimiento del cristianismo y de las otras religiones, acompañado de una fe sólida y de gran madurez espiritual y humana.