EDITORIAL RSD | Un desastre ambiental que amenaza al mar de Áncash
Creado el Domingo, 23 de Enero del 2022 05:14:09 pm
Hay en el país una indignación creciente y justificada por el desastre ambiental generado por el derrame de petróleo de Repsol en el mar, una catástrofe ecológica que está movilizando a cientos de peruanos, ya sea para ayudar directamente a limpiar las playas contaminadas, o para rescatar ejemplares de la fauna afectada, o para donar cabello en el caso de quienes residen lejos del epicentro de la emergencia.
Es realmente conmovedor ver a muchos voluntarios contribuir en dichas tareas, pero al mismo tiempo avergüenza la falta de capacidad privada y estatal para contener un vertimiento que avanza en dirección al norte por efecto de la corriente marina y que, según ha advertido el biólogo de la Universidad Nacional del Santa (UNS), Rómulo Loayza Aguilar, podría llegar al mar de Áncash y afectar ecosistemas bastante sensibles.
Hasta el último viernes, según el OEFA, la autoridad ambiental del país, el daño provocado por el derrame de unos 6000 barriles de crudo en una infraestructura mar adentro de la Refinería La Pampilla afectaba una extensión de 1800 kilómetros cuadrados de franja de playa y 7139 kilómetros cuadrados de mar. Y Repsol no acepta responsabilidad alguna. Insiste en que el derrame desde el buque Mare Dorium a la refinería fue generado “por súbito y extraordinario oleaje anómalo producido por la erupción volcánica en Tonga”.
Cuando la premier Mirtha Vásquez afirmó que Repsol no contaba con un plan de contingencia para estos casos, la petrolera española se apuró a responder que sí, y detalló algunas de las acciones que efectuó, pero lo que el país vio fue a un puñado de personas limpiando con escobas, recogedores y baldes una playa contaminada.
Tal como ha dicho esta semana el exministro del Ambiente, Ricardo Giesecke, si Repsol no plantea un plan que valga la pena para solucionar y remediar el problema, tendría que ir preparando sus maletas. La empresa española, en tanto, ha indicado el viernes que estima terminar a fines de febrero próximo los trabajos de limpieza de las playas y de la zona marítima impactada.
Mientras tanto, el Gobierno ha declarado en emergencia ambiental por 90 días el área geográfica que comprende la zona marino costera afectada por el derrame de crudo. Pero la mancha negra en el mar sigue su rumbo, y por tanto la dimensión del desastre será mayor, indudablemente, y representa una amenaza para Áncash. Por esa razón, haciendo eco de un llamado hecho por Rómulo Loayza a los alcaldes y al gobernador regional, la parlamentaria Lady Camones ha exigido al Poder Ejecutivo declarar en emergencia también el litoral ancashino a fin de que se adopten las medidas preventivas y correctivas necesarias. A propósito, ¿y el gobernador regional y los alcaldes de la zona litoral? Bien, gracias. No han dicho, formalmente, institucionalmente, esta boca es mía.
Finalmente, no deja de llamar la atención que esa legítima indignación que siente el país por lo ocurrido –si así fuera también cada vez que se registran derrames de crudo en la selva–, se sienta también en Chimbote, una ciudad que vive desde hace varias décadas su propia catástrofe ambiental y frente a la cual la población mantiene una actitud indiferente. Evidentemente, nos referimos a la contaminación de la bahía El Ferrol. Pero esto será motivo un próximo comentario editorial.
Radio Santo Domingo – RSD