EDITORIAL RSD | ¿La muerte del terrorista Abimael Guzmán es también la muerte de su pensamiento?
Creado el Domingo, 12 de Septiembre del 2021 02:17:02 pm
El terrorista Abimael Guzmán, alias “camarada Gonzalo”, ha muerto, pero conviene preguntarnos si con él también ha muerto su pensamiento. La violencia que este sujeto provocó en el país desde 1980 –sobre todo en las zonas más pobres– es inaudita y sus consecuencias los peruanos lo viven hasta la actualidad en todos los planos de la vida nacional.
Su organización terrorista Sendero Luminoso fue responsable del 54 % de víctimas fatales reportadas a la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). En base a los cálculos realizados, se estima que la cifra total de víctimas fatales provocadas por Abimael Guzmán y sus adeptos fue de 31 331 personas.
Quedan remanentes de Sendero Luminoso actuando en el VRAEN. Esos remanentes no reconocieron el acuerdo de paz que el “camarada Gonzalo” firmó con el gobierno tras su captura en 1992 –sí, un “acuerdo de paz” con Fujimori– y decidieron instalarse en la espesura de la selva central, compartiendo territorio con narcotraficantes, cobrándoles “peaje” y “chalequeando” los convoyes de droga para conseguir fondos y sostenerse. Y quedan también aquellos que simpatizan con su pensamiento, algunos de los cuales increíblemente están en el gobierno de turno. Por eso hay quienes no le creen al presidente Castillo cuando dice por Twitter que rechaza al terrorismo. Y por eso la pregunta otra vez: ¿ha muerto también el pensamiento Gonzalo?
El conflicto armado interno que vivió el Perú entre 1980 y 2000 constituyó el episodio de violencia más intenso, extenso y prolongado de toda la historia de la república. Sí, “conflicto armado interno”; así se le denomina, según el derecho internacional humanitario, aunque a muchos no les guste porque creen que es una “categoría” que no retrata las atrocidades cometidas; el terrorismo no es una categoría, sino un método. Siendo así, el Perú vivió un conflicto armado interno en el que se cometieron actos de terrorismo.
Sendero Luminoso desplegó extremada violencia e inusitada crueldad como formas de castigar o sentar ejemplos intimidatorios en la población que buscaba controlar. El uso de acciones terroristas constituyó una estrategia que buscó consciente y constantemente provocar respuestas desproporcionadas del Estado, sin tener en cuenta el profundo sufrimiento que ello ocasionaba a la población por la que decía luchar. Llevó la ideología fundamentalista y la organización totalitaria a sus extremos. Veía clases y no individuos o personas. De allí su falta absoluta de respeto por la persona humana y por el derecho a la vida, incluyendo la de sus militantes. Exacerbó en ellos una vena fanática que se convirtió en su sello de identidad.
Todo ello consta en el informe final de la CVR, en el que se precisa que la violencia registrada durante dos décadas dejó un terrible saldo de 69 280 personas fallecidas, superando el número de pérdidas humanas sufridas en todas las guerras externas y guerras civiles ocurridas en todos los años de vida independiente del país. Y Sendero Luminoso, como ya se dijo, fue responsable del 54 % de esas muertes.
Habría que entender cómo unos pocos pudieron hacer tanto daño: apenas cinco militantes en todo el país y doce en Ayacucho en cuando Abimael Guzmán decidió afirmar su camino propio en 1970; eran 520 al momento de iniciar el conflicto armado en 1980; eran alrededor de 2782 hacia 1990, cuando el conflicto alcanzaba su mayor extensión e intensidad.
La insania senderista puso en evidencia las graves limitaciones del Estado para garantizar el orden público y la seguridad, así como los derechos fundamentales de los ciudadanos dentro de un marco de actuación democrático.
La muerte del terrorista Abimael Guzmán probablemente no sea la muerte de su pensamiento. Entonces, para que no se repita la historia, para que no volvamos a asistir en el futuro a épocas de triste recordación, le queda al Estado la grandísima tarea de esforzarse por formar una sociedad constructora de la paz, el respeto a la vida, la democracia y el derecho.
Radio Santo Domingo - RSD