#FelizAñoNuevo2025
En su intervención, el Cardenal Marc Ouellet comenzó explicando que a la trilogía de Benedicto XVI sobre las virtudes teologales faltaba un pilar. Y dijo que la Providencia ha querido que el pilar faltante fuera un don del Papa emérito a su sucesor y, al mismo tiempo un símbolo de unidad, puesto que asumiendo y llevando a término la obra emprendida por su predecesor, el Papa Francisco da testimonio con él de la unidad de la fe.
De este modo la luz de la fe es entregada de uno al otro Pontífice, como en las carreras en el estadio, gracias al don de la sucesión apostólica, mediante el cual, se asegura la continuidad de la memoria de la Iglesia, así como también la certeza de tomar de la fuente pura de la que brota la fe.
Y añadió la alegría particular que se experimenta al recibir la Encíclica “Lumen fidei”, cuya modalidad compartida de transmisión ilustra de manera extraordinaria el aspecto más fundamental y original que ella desarrolla, a saber, la dimensión de la comunión en la fe. Esta Encíclica – prosiguió el purpurado – habla, en realidad, expresándose en un “nosotros” que es comunión. Habla de la fe como de una experiencia de comunión, de dilatación y de solidaridad en el camino de la Iglesia con Cristo y por la salvación de la humanidad.
El Cardenal Marc Ouellet dijo además que esta Encíclica añade un considerable desarrollo con respecto a la pertinencia de la fe para la vida social, para la edificación de la ciudad en la justicia y en la paz, gracias al respeto de toda persona y de su libertad, así como a los recursos de compasión y de reconciliación que ofrece para el consuelo de los sufrimientos y la composición de los conflictos. Porque la fe es un bien para todos, es un bien común.
Tras recordar que la Encíclica concluye contemplando a María, figura de la fe por excelencia, el Cardenal Ouellet añadió que el Papa Francisco reafirma con su predecesor una verdad de la fe dejada de parte y a veces en ciertos ambientes hasta puesta en duda: que en la concepción virginal de María tenemos un claro signo de la filiación divina de Cristo. Y concluyó con estas palabras:
Acojamos por tanto con gran alegría y gratitud esta confesión de fe integral bajo forma de catequesis a cuatro manos de los Sucesores de Pedro. Ellos exponen juntos la fe de la Iglesia en su belleza que se confiesa desde dentro del cuerpo de Cristo, como comunión concreta de los creyentes.
“Lumen fidei”, la primera Encíclica del Papa Francisco como confesión de fe integral escrita a cuatro manos por los Sucesores de Pedro
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:26:23 pm
Mons. Gerhard Ludwig Müller, Prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe y Mons. Rino Fisichella, Presidente del Consejo pontificio para la promoción de la Nueva Evangelización.En su intervención, el Cardenal Marc Ouellet comenzó explicando que a la trilogía de Benedicto XVI sobre las virtudes teologales faltaba un pilar. Y dijo que la Providencia ha querido que el pilar faltante fuera un don del Papa emérito a su sucesor y, al mismo tiempo un símbolo de unidad, puesto que asumiendo y llevando a término la obra emprendida por su predecesor, el Papa Francisco da testimonio con él de la unidad de la fe.
De este modo la luz de la fe es entregada de uno al otro Pontífice, como en las carreras en el estadio, gracias al don de la sucesión apostólica, mediante el cual, se asegura la continuidad de la memoria de la Iglesia, así como también la certeza de tomar de la fuente pura de la que brota la fe.
Y añadió la alegría particular que se experimenta al recibir la Encíclica “Lumen fidei”, cuya modalidad compartida de transmisión ilustra de manera extraordinaria el aspecto más fundamental y original que ella desarrolla, a saber, la dimensión de la comunión en la fe. Esta Encíclica – prosiguió el purpurado – habla, en realidad, expresándose en un “nosotros” que es comunión. Habla de la fe como de una experiencia de comunión, de dilatación y de solidaridad en el camino de la Iglesia con Cristo y por la salvación de la humanidad.
El Cardenal Marc Ouellet dijo además que esta Encíclica añade un considerable desarrollo con respecto a la pertinencia de la fe para la vida social, para la edificación de la ciudad en la justicia y en la paz, gracias al respeto de toda persona y de su libertad, así como a los recursos de compasión y de reconciliación que ofrece para el consuelo de los sufrimientos y la composición de los conflictos. Porque la fe es un bien para todos, es un bien común.
Tras recordar que la Encíclica concluye contemplando a María, figura de la fe por excelencia, el Cardenal Ouellet añadió que el Papa Francisco reafirma con su predecesor una verdad de la fe dejada de parte y a veces en ciertos ambientes hasta puesta en duda: que en la concepción virginal de María tenemos un claro signo de la filiación divina de Cristo. Y concluyó con estas palabras:
Acojamos por tanto con gran alegría y gratitud esta confesión de fe integral bajo forma de catequesis a cuatro manos de los Sucesores de Pedro. Ellos exponen juntos la fe de la Iglesia en su belleza que se confiesa desde dentro del cuerpo de Cristo, como comunión concreta de los creyentes.