La Palabra del día 27 de julio del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:17 pm
El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo. Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Abriré con parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.Reflexión. Este día el Señor nos propone meditar dos breves parábolas.
1. Mostaza. El Reino de Dios, es decir, Jesús, su presencia en nuestra vida, es como un grano de mostaza. Es una presencia humilde, casi imperceptible, pero con potencialidad grande; está destinada a crecer y llenar de sentido y de felicidad nuestra existencia, al punto de servir y ayudar a otros a encontrar el sentido a sus vidas y alegría para vivir.
2. Levadura. El Reino de Dios, Jesús, tiene el poder de impregnar todo rincón de nuestra existencia, en todos sus ámbitos, de modo que todo puede quedar “inundada” por su gracia. Esto nos hace experimentar, en nuestra vida mortal las realidades eternas a las que estamos llamados. Así, nuestra vida en todo lo que hacemos, la vivimos espiritualmente.
- Jesús enseña en parábolas sacadas de la experiencia ordinaria de las personas, por ello las entendemos fácilmente. Él desea que descubramos su presencia en las realidades comunes. Nuestra misión es trabajar por el bien de la sociedad, y ser fermento de bondad, de amor y de presencia de Dios para los demás. Ten un feliz día.
Primera Lectura: Éxodo 32,15-24.30-34. En aquellos días, Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas de la alianza en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados; eran hechura de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada en las tablas. Al oír Josué el griterío del pueblo, dijo a Moisés: Se oyen gritos de guerra en el campamento. Contestó él: No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son cantos lo que oigo. Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés, enfurecido, tiró las tablas y las rompió al pie del monte. Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua, haciéndoselo beber a los israelitas. Moisés dijo a Aarón: ¿Qué te ha hecho este pueblo, para que nos acarreases tan enorme pecado? Contestó Aarón: No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo es perverso. Me dijeron: “Haznos un Dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado.” Yo les dije: “Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé”; yo lo eché al fuego, y salió este becerro. Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado. Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro de tu registro. El Señor respondió: Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije; mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado.
Salmo 105. Dad gracias al Señor porque es bueno. En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición; cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. Se olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto, maravillas en el país de Cam, portentos junto al mar Rojo. Dios hablaba ya de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente a él, para apartar su cólera del exterminio.
Fray Luis Galindo,O.P.