La Palabra del día 20 de agosto del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:20 pm
Venid a la boda. Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios; los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta? El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.”Reflexión. Dios nos invita a la comunión con él, el evangelio lo simboliza en una boda, a la que se necesita asistir con traje de fiesta.
1. Invitación. Dios invita a todos al banquete de bodas de su Hijo, ese banquete es la vida eterna, que está también prefigurada en la Santa Misa, donde Cristo se nos ofrece en su Palabra y a sí mismo en las especies del pan y del vino. Todos están invitados, pero tienen la libertad de aceptar o no la invitación, Dios respeta profundamente la libertad humana.
2. Lleno de comensales. Al no asistir los invitados, se invita a gente de los caminos. En ese tiempo, los judíos discriminaban a los paganos, los consideraban impuros, no se juntaban con ellos, no entraban en sus casas, ni comían con ellos, “quedarían impuros”. Pocos de los judíos aceptaron la invitación, en cambio los paganos la aceptaron en masa.
3. Traje de fiesta. Todos están invitados, buenos y malos, justos e injustos; pero tienen que tener vestido de fiesta, es decir, convertirse, purificar su conciencia y su corazón. Esto implicaba cambio de vida, renovación espiritual y nuevo nacimiento. Ese vestido lo recibimos en nuestro bautismo y lo tenemos que mantener limpia hasta las bodas eternas.
- Acudamos a la invitación del Señor y vayamos a él con el vestido de fiesta de una conciencia y un corazón limpios. Ten un feliz día.
Jueces 11,29-39a. En aquellos días, el espíritu del Señor vino sobre Jefté, que atravesó Galaad y Manasés, pasó a Atalaya de Galaad, de allí marchó contra los amonitas, e hizo un voto al Señor: "Si entregas a los amonitas en mi poder, el primero que salga a recibirme a la puerta de mi casa, cuando vuelva victorioso de la campaña contra los amonitas, será para el Señor, y lo ofreceré en holocausto." Luego marchó a la guerra contra los amonitas. El Señor se los entregó; los derrotó desde Aroer hasta la entrada de Minit (veinte pueblos) y hasta Pradoviñas. Fue una gran derrota, y los amonitas quedaron sujetos a Israel.Jefté volvió a su casa de Atalaya. Y fue precisamente su hija quien salió a recibirlo, con panderos y danzas; su hija única, pues Jefté no tenía más hijos o hijas. En cuanto la vio, se rasgó la túnica, gritando: "¡Ay, hija mía, que desdichado soy! Tú eres mi desdicha, porque hice una promesa al Señor y no puedo volverme atrás." Ella le dijo: "Padre, si hiciste una promesa al Señor, cumple lo que prometiste, ya que el Señor te ha permitido vengarte de tus enemigos." Y le pidió a su padre: "Dame este permiso: déjame andar dos meses por los montes, llorando con mis amigas, porque quedaré virgen." Su padre le dijo: "Vete." Y la dejó marchar dos meses, y anduvo con sus amigas por los montes, llorando porque iba a quedar virgen. Acabado el plazo de los dos meses, volvió a casa, y su padre cumplió con ella el voto que había hecho.
Salmo 39. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor, y no acude a los idólatras, que se extravían con engaños. R. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo digo: "Aquí estoy." R. -Como está escrito en mi libro- "para hacer tu voluntad." Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios: Señor, tú lo sabes. R.
Fray Luis Galindo,O.P.