La Palabra del día 18 de enero del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:27:51 pm
encuentra primero a su hermano Simón y le dice: Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo). Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo: Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce Pedro).REFLEXIÓN.
La Palabra del Señor en este segundo domingo del tiempo ordinario nos cuenta la vocación de los tres primeros discípulos, del primero no se dice su nombre, los otros dos son Andrés y Simón.
1. Cordero. Por segunda vez Juan Bautista testifica a Jesús, en el evangelio de Juan, aquí dice que es el Cordero de Dios. Esto nos evoca el sacrificio que hará de sí mismo por amor a la humanidad, para obtenernos el perdón. En cada Eucaristía, agradecemos e imploramos su perdón y su paz y antes de la comunión proclamamos a Cristo como Cordero de Dios.
2. Vengan y verán. Los dos primeros discípulos, gracias al testimonio del Bautista, siguen a Jesús y le preguntan por su hogar. Él les responde “vengan y lo verán”. El cristiano, para conocer a Jesús, necesita venir a los manantiales de la fe: la Escritura, los Sacramentos y toda la riqueza espiritual depositada por el mismo Señor en su Iglesia.
3. Discípulo innominado. Se habla de dos discípulos que siguen a Jesús, pero no se dice el nombre del primero. Nosotros podríamos ponerle nuestro un nombre. Porque todo creyente, en cualquier estado de vida cristiana, está llamado a ser un discípulo pleno de Cristo, destinatario de la revelación de Dios y de todos sus bienes espirituales.
4. Andrés y Simón. Estos dos discípulos son hermanos, el primero conduce a su hermano a Jesús haciendo la gran confesión de fe: “hemos encontrado al Mesías”. Jesús se le queda mirando y le cambia de nombre que significa lo que será su misión: la piedra sobre la cual edificará su Iglesia.
- El Señor nos invita hoy a venir a él, a su hogar que es la Iglesia, allí le conoceremos de verdad. A la vez tenemos su encargo de convocar a otros a su amistad y seguimiento. Seamos responsables con la fe que hemos recibido. Ten un feliz domingo.
1SAMUEL 3,3B-10.19. En aquellos días, Samuel estaba acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a Samuel, y él respondió: Aquí estoy. Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: Aquí estoy; vengo porque me has llamado. Respondió Elí: No te he llamado; vuelve a acostarte. Samuel volvió a acostarse. Volvió a llamar el Señor a Samuel. Él se levantó y fue donde estaba Elí y le dijo: Aquí estoy; vengo porque me has llamado. Respondió Elí: No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte. Aún no conocía Samuel al Señor, pues no le había sido revelada la palabra del Señor. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel, y él se fue donde estaba Elí y le dijo: Aquí estoy; vengo porque me has llamado. Elí comprendió que era el Señor quien llamaba al muchacho, y dijo a Samuel: Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde: “Habla, Señor, que tu siervo te escucha.” Samuel fue y se acostó en su sitio. El Señor se presentó y le llamó como antes: ¡Samuel, Samuel! Él respondió: Habla que tu siervo te escucha. Samuel crecía, y el Señor estaba con él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
SALMO 39. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito; me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. R. Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio. R. Entonces yo digo: "Aquí estoy como está escrito en mi libro- para hacer tu voluntad." Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas. R. He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes. R.
1CORINTIOS 6,13C-15A.17-20. Hermanos: El cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo. Dios con su poder, resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros. ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? El que se une al Señor es un espíritu con él. Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios. No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros. Por tanto, ¡glorificad a Dios con vuestro cuerpo!
Fray Luis Galindo,O.P.