La Palabra del día 18 de agosto del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:20 pm
Jesús se les quedó mirando y les dijo: "Para los hombres es imposible; pero Dios lo puede todo." Entonces le dijo Pedro: "Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?" Jesús les dijo: "Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos y muchos últimos serán primeros."Reflexión. La salvación es un don gratuito de la misericordia de Dios, humanamente es una realidad inalcanzable.
1. El rico y la salvación. Jesús ante la negativa del joven rico que no aceptó su propuesta de vender todo para seguirle, comenta que es difícil para un rico entrar en el Reino. Las personas que poseen muchos bienes materiales, tienen la gran tentación de poner su seguridad en sus bienes, prescindiendo de Dios o relativizándolo. Quien no pone en Dios su confianza total, o prescinde de Él en su vida, se queda sin Él para siempre.
2. Dios lo puede todo. Los bienes materiales no son en sí un impedimento para la felicidad humana en este mundo, ni para alcanzar la salvación eterna. Pero quien ha encontrado a Dios en su vida, quien le ha descubierto como imprescindible, sea rico o sea pobre, el Señor le hará el don de la vida eterna. Dios concede su gracia a todo el que le busca y no es indiferente a su criatura que acude a Él, nunca le dejará sin respuesta.
3. Recibir cien veces más. Quien tiene a Dios como lo más importante en su vida, y relativiza toda otra realidad, será colmado de bienes espirituales. Además, el creyente es miembro de una grande comunidad de personas con quienes está unido por el vínculo de la fe y la paternidad de Dios, a quienes llama hermanos.
- Que el Señor sea la prioridad absoluta de nuestra existencia, sólo así seremos verdaderos ciudadanos de su Reino. Ten un feliz día.
PRIMERA LECTURA: Jueces 6,11-24a. En aquellos días, el ángel del Señor vino y se sentó bajo la encina de Ofrá, propiedad de Joás de Abiezer, mientras su hijo Gedeón estaba trillando a látigo en el lagar, para esconderse de los madianitas. El ángel del Señor se le apareció y le dijo: "El Señor está contigo, valiente." Gedeón respondió: "Perdón, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos ha venido encima todo esto? ¿Dónde han quedado aquellos prodigios que nos contaban nuestros padres: "De Egipto nos sacó el Señor"? La verdad es que ahora el Señor nos ha desamparado y nos ha entregado a los madianitas." El Señor se volvió a él y le dijo: "Vete, y con tus propias fuerzas salva a Israel de los madianitas. Yo te envío." Gedeón replicó: "Perdón, ¿cómo puedo yo librar a Israel? Precisamente mi familia es la menor de Manasés, y yo soy el más pequeño en casa de mi padre." El Señor contestó: "Yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre." Gedeón insistió: "Si he alcanzado tu favor, dame una señal de que eres tú quien habla conmigo. No te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente." El Señor dijo: "Aquí me quedaré hasta que vuelvas." Gedeón marchó a preparar un cabrito y unos panes ázimos con media fanega de harina; colocó luego la carne en la cesta y echó el caldo en el puchero; se los llevó al Señor y se los ofreció bajo la encina. El ángel del Señor le dijo: "Coge la carne y los panes ázimos, colócalos sobre esta roca y derrama el caldo." Así lo hizo. Entonces el ángel del Señor alargó la punta del cayado que llevaba, tocó la carne y los panes, y se levantó de la roca una llamarada que los consumió. Y el ángel del Señor desapareció. Cuando Gedeón vio que se trataba del ángel del Señor, exclamó: "¡Ay Dios mío, que he visto al ángel del Señor cara a cara!" Pero el Señor le dijo: "¡Paz, no temas, no morirás!" Entonces Gedeón levantó allí un altar al Señor y le puso el nombre de "Señor de la Paz".
Salmo 84. El Señor anuncia la paz a su pueblo. Voy a escuchar lo que dice el Señor: "Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón." R. La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo. R. El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos. R.
Fray Luis Galindo,O.P.