La Palabra del día 17 de noviembre del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:34 pm
Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió en una higuera para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: "Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa". El bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban diciendo: "Ha entrado ha hospedarse en casa de un pecador". Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: "Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más". Jesús le contestó: "Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido".Reflexión. La vida cristiana parte del encuentro con Jesús que transforma y da un nuevo modo de ser y de vivir. Vemos esto en el encuentro de Jesús con Zaqueo, identificamos cinco pasos:
1. Anhelo. Zaqueo era rico, pues era jefe de cobradores de impuestos. Pero su riqueza no le era suficiente, deseaba algo más, por ello quiere ver a Jesús. Dos cosas le impiden: su pequeñez y la multitud. Cuando un ser humano se limita a los bienes materiales se empequeñece y se pegan en su corazón multitud de inútiles preocupaciones, etc.
2. Búsqueda. Zaqueo comienza a buscar la forma de elevarse de la tierra y de la multitud, para ver a Jesús. Sólo “ve” a Dios, quien se libra de los afanes del mundo y de la multitud de preocupaciones inútiles. Elevado en el árbol verá a Jesús, que es Dios quien se abajó para vivir y caminar entre nosotros; se abajó, para elevar al hombre a Dios.
3. Encuentro. Zaqueo deseó ver al Señor, pero él fue visto primero, recibió más de sus deseos: Jesús se hizo su huésped, le cambió la vida y le dio la salvación. Le habla como a un íntimo amigo y no le juzgó. Zaqueo con alegría le acogió en su casa. Quien desea hallar a Dios y se dispone para ello, recibe más de sus deseos, recibe el sentido pleno de la vida.
4. Transformación. Zaqueo, desde el momento que fue visto por Jesús, fue transformado, encontró la alegría verdadera, reparó sus culpas, se hizo justo, hermano de los pobres, halló la verdadera riqueza. Quien encuentra a Jesús, encuentra todo lo necesario para una vida feliz, llena de alegrías y de satisfacciones en la relación con Dios y con los demás.
5. Confirmación. Jesús confirma lo que Zaqueo experimenta: la llegada de la salvación a su casa, que es heredero de las promesas de bendición a Abrahán. En todo el proceso, si bien Zaqueo tuvo el deseo, quien tomó la iniciativa de obrar en su vida fue Jesús. A la vez, el Señor revela el propósito de su misión en este mundo: buscar y salvar lo perdido.
- Continuamente hemos de buscar al Señor, elevándonos de nuestros apegos, para poder “ver” al Señor caminando entre nosotros, deseando ser nuestro huésped para darnos la alegría de la salvación. Ten un feliz día.
2 Macabeos 6,18-31. En aquellos días, a Eleazar, uno de los principales escribas, hombre de edad avanzada y semblante muy digno, le abrían la boca a la fuerza para que comiera carne de cerdo. Pero él, prefiriendo una muerte honrosa a una vida de infamia, escupió la carne y avanzó voluntariamente al suplicio, como deben hacer los que son constantes en rechazar manjares prohibidos, aun a costa de la vida. Los que presidían aquel sacrificio ilegal, viejos amigos de Eleazar, lo llevaron aparte y le propusieron que hiciera traer carne permitida, preparada por él mismo, y que la comiera, haciendo como que comía carne del sacrificio ordenado por el rey, para que así se librara de la muerte y, dada su antigua amistad, lo tratasen con consideración. Pero él, adoptando una actitud cortés, digna de sus años, de su noble ancianidad, de sus canas honradas e ilustres, de su conducta intachable desde niño y, sobre todo, digna de la Ley santa dada por Dios, respondió todo seguido: "¡Enviadme al sepulcro! Que no es digno de mi edad ese engaño. Van a creer muchos jóvenes que Eleazar, a los noventa años, ha apostatado, y, si miento por un poco de vida que me queda, se van a extraviar con mi mal ejemplo. Eso sería manchar e infamar mi vejez. Y, aunque de momento me librase del castigo de los hombres, no escaparía de la mano del Omnipotente, ni vivo ni muerto. Si muero ahora como un valiente, me mostraré digno de mis años y legaré a los jóvenes un noble ejemplo, para que aprendan a arrostrar voluntariamente una muerte noble por amor a nuestra santa y venerable Ley." Dicho esto, se dirigió en seguida al suplicio. Los que lo llevaban, poco antes deferentes con él, se endurecieron, considerando insensatas las palabras que acababa de pronunciar. Él, a punto de morir a fuerza de golpes, dijo entre suspiros: "Bien sabe el Señor, que posee la santa sabiduría, que, pudiendo librarme de la muerte, aguanto en mi cuerpo los crueles dolores de la flagelación, y los sufro con gusto en mi alma por respeto a él." Así terminó su vida, dejando, no sólo a los jóvenes, sino a toda la nación, un ejemplo memorable de heroísmo y de virtud.
Salmo 3. El Señor me sostiene. Señor, cuántos son mis enemigos, cuántos se levantan contra mí; cuántos dicen de mí: "Ya no le protege Dios." R. Pero tú, Señor, eres mi escudo y mi gloria, tú mantienes alta mi cabeza. Si grito invocando al Señor, él me escucha desde su monte santo. R. Puedo acostarme y dormir y despertar: el Señor me sostiene. No temeré al pueblo innumerable que acampa a mi alrededor. R.
Fray Luis Galindo,O.P.