La Palabra del día 16 de abril del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:03 pm
El que viene del cielo está por encima de todos. De lo que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
REFLEXIÓN.
La persona de Jesús ocupa el centro de la vida del creyente. En Él encontramos el sentido y las motivaciones más importantes para nuestra vida.
1. Jesús “vino de lo alto”. Es decir, vino de Dios, es Dios. Él nos enseña la verdad de Dios, del hombre y de su destino. Tenemos grandes hombres en la historia: intelectuales, líderes religiosos, políticos, pero ninguno nos ha enseñado lo que Jesús nos enseñó. Nadie nos habló, ni podrá hablarnos como Él; nadie vivió y amó como él. Pero, aquí encontramos el “misterio del rechazo”, no obstante su grandeza de vida y enseñanza.
2. Enseñanza. Lo sublime del mensaje de Cristo está en que “habla palabras de Dios”, y las habla desde un conocimiento absoluto de Dios; él mismo es la Palabra de Dios. Además, el Padre, “todo lo ha puesto en su mano”, todos los dones del Padre están en Él, por eso su vida misma la donó por la salvación, e hizo el don del Espíritu Santo sin medida a sus Apóstoles y a los creyentes.
3. Comunión. Jesús ofrece su enseñanza y sus dones a los seres humanos, porque entre Él y el Padre hay una profunda relación de amor. Esa comunión desea con los que creen Él, y de sus discípulos entre sí, en la comunidad eclesial. La salvación no es individual, sino en y desde el seno de la comunidad.
- Gracias Señor por el don de tu Hijo Jesús, que nos enseña que Tú eres nuestro Padre y que nosotros somos hermanos. Acrecienta nuestra fe, para crecer en comunión contigo, y con nuestros hermanos. ¡Ten un feliz día!
PRIMERA LECTURA: HECHOS 5,27-33.
En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles a presencia del Sanedrín, y el sumo sacerdote les interrogó: "¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre." Pedro y los apóstoles replicaron: "Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen." Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos.
SALMO 33.
Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha. Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. R. El Señor se enfrenta con los malhechores, para borrar de la tierra su memoria. Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias. R. El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. Aunque el justo sufra muchos males, de todos lo libra el Señor. R.
Fray Luis Galindo,O.P.