La Palabra del día 15 de marzo del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:27:58 pm
Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.REFLEXIÓN.
El Señor por amor a sus hijos no se reservó nada, nos entregó lo mejor de sí.
1. Asistencia continua. Dios asistió permanentemente a su pueblo, nunca lo dejó sólo en sus momentos de aprieto, siempre le dio soluciones en sus problemas. Cuando por causa de su rebelión fueron atacados por serpientes en el desierto, el Señor los libró mediante el signo de la serpiente de bronce.
2. Jesús levantado. Cristo crucificado por nuestra salvación, nos invita a levantar la mirada hacia él. Las personas con facilidad caemos en la tentación de mirar sólo a la tierra y a sus bienes, pero el ser humano está hecho para mirar de frente, a la tarea que tiene por realizar, y hacia arriba a Dios a quien tiene que adorar.
3. Dios es el Padre. Tenemos que borrar de nuestra mente la imagen de un Dios que juzga, que con facilidad le molestan nuestros pecados, que está pendiente del mal que hacemos para castigarnos. Éste es un ídolo, ese no es el Dios que nos revela Jesús. Él es por sobre todo un Padre que dio lo mejor de si: su Hijo.
4. Luz pascual. La cuaresma nos conduce a la celebración de Cristo, Luz resplandeciente, en la Vigilia Pascual y en el tiempo de Pascua y en todo el año. El objetivo es que con su ayuda desterremos de nuestros corazones toda tiniebla, para que también con nuestros pensamientos, intenciones, palabras y acciones seamos luz.
- Agradezcamos hoy a Dios el derroche de su misericordia para con cada uno de nosotros. Ten un feliz domingo.
2CRÓNICAS 36,14-16.19-23.
En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la casa del Señor, que él se había construido en Jerusalén. El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio. Los caldeos incendiaron la casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del profeta Jeremías: "Hasta que el país haya pagado sus sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta que se cumplan los setenta años." En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la palabra del Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino: "Así habla Ciro, rey de Persia: "El Señor, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él, y suba!""
SAL 136.
Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti. Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras. R. Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar; nuestros opresores, a divertirlos: Cantadnos un cantar de Sión. R. ¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha. R. Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías. R.
EFESIOS 2,4-10.
Hermanos: Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Pues somos obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.
Fray Luis Galindo,O.P.