Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:15 pm

Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo."

Reflexión. El texto de ayer se centró en los agentes de la misión y en el ámbito de su acción; el de hoy nos presenta instrucciones concretas para realizar la misión.
1. Finalidad. Proclamar gratis que el reino de los cielos está presente, por medio de acciones concretas: curar, resucitar, sanar y liberar. El reino de Dios está presente en el mundo a través de todas las buenas acciones de las personas, y en especial está en la obra de predicación, en las acciones sacramentales y sociales de la Iglesia.
2. Confianza. Los discípulos no deben llevar provisiones, deben confiar en la hospitalidad de quienes beneficien con su misión. Son dos confianzas están en Dios que provee todo y en las personas. Con este mandato libra a sus discípulos de prejuicios a causa de normas rituales, que impedían entrar en cualquier casa para no quedar impuros.
3. Paz. Al entrar en las casas, los discípulos deben ofrecer la paz, primer y más importante don del resucitado. Cuando el día de la Resurrección estaban en a puertas cerradas, Jesús se presentó entre ellos y les dio la paz. Eso es lo que ofrecerán en su misión. La paz concentra todos los bienes espirituales que necesitamos para ser felices.
- Todos los bautizados somos agentes de la misión de Jesús en la tierra, y por ello todos somos portadores de la paz, cada Misa nos lo recuerda al final. Ten un feliz día.

Primera lectura: Génesis 44,18-21.23b-29;45,1-5. En aquellos días, Judá se acercó a José y le dijo: "Permite a tu siervo hablar en presencia de su señor; no se enfade mi señor conmigo, pues eres como el Faraón. Mi señor interrogó a sus siervos: "¿Tenéis padre o algún hermano?", y respondimos a mi señor: "Tenemos un padre anciano y un hijo pequeño que le ha nacido en la vejez; un hermano suyo murió, y sólo le queda éste de aquella mujer; su padre lo adora." Tú dijiste: "Traédmelo para que lo conozca. Si no baja vuestro hermano menor con vosotros, no volveréis a verme." Cuando subimos a casa de tu siervo, nuestro padre, le contamos todas las palabras de mi señor; y nuestro padre nos dijo: "Volved a comprar unos pocos víveres." Le dijimos: "No podemos bajar si no viene nuestro hermano menor con nosotros"; él replico: "Sabéis que mi mujer me dio dos hijos: uno se apartó de mí y pienso que lo ha despedazado una fiera, pues no he vuelto a verlo; si arrancáis también a éste de mi presencia y le sucede una desgracia, daréis con mis canas, de pena, en el sepulcro."" José no pudo contenerse en presencia de su corte y ordenó: "Salid todos de mi presencia." Y no había nadie cuando se dio a conocer a sus hermanos. Rompió a llorar fuerte, de modo que los egipcios lo oyeron y la noticia llegó a casa del Faraón. José dijo a sus hermanos: "Yo soy José; ¿vive todavía mi padre?" Sus hermanos se quedaron sin respuesta del espanto. José dijo a sus hermanos: "Acercaos a mí." Se acercaron, y les repitió: "Yo soy José, vuestro hermano, el que vendisteis a los egipcios. Pero ahora no os preocupéis, ni os pese el haberme vendido aquí; para salvación me envió Dios delante de vosotros."

Salmo 104. Recordad las maravillas que hizo el Señor. Llamó al hambre sobre aquella tierra: cortando el sustento del pan; por delante había enviado a un hombre, a José, vendido como esclavo. R. Le trabaron los pies con grillos, le metieron el cuello en la argolla, hasta que se cumplió su predicción, y la palabra del Señor lo acreditó. R. El rey lo mandó desatar, el Señor de pueblos le abrió la prisión, lo nombró administrador de su casa, señor de todas sus posesiones. R.

Fray Luis Galindo,O.P.

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