La Palabra del día 08 de enero del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:43 pm
Quiero, queda limpio. Y en seguida le dejó la lepra. Jesús le recomendó que no lo dijera a nadie, y añadió: Ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés para que les conste. Se hablaba de él cada vez más, y acudía mucha gente a oírle y a que los curara de sus enfermedades. Pero él solía retirarse a despoblado para orar.Reflexión. El texto programático de ayer decía que Jesús vino a librar a los oprimidos por el mal. Hoy el Señor libra a un hombre esclavizado por la enfermedad mortal de la lepra.
1. Un hombre leproso. La lepra era un mal incurable, quien la contraía debía dejar la comunidad y no podía participar del culto; debía vivir en aislamiento total. No obstante eso, éste hombre ve en Jesús una esperanza, por ello no le importan las reglas y se acerca suplicando su compasión.
2. Jesús extendió su mano. La lepra era tenida como contagiosa y contaminante. Nadie debía tocar a un leproso. Sin embargo, el Señor, lleno de piedad por éste oprimido del mal, le toca y le habla. El hombre es restaurado, ya nada le impedirá volver a la comunidad y participar del culto.
3. Preséntate al sacerdote. Con éste mandato Jesús le devuelve a la comunidad y a Dios. La mala interpretación de ley le había excluido; Jesús que es más que la ley, restaura totalmente su dignidad. Pero el Señor no va contra de la Ley, sino, se sirve de ella para beneficiar al ser humano.
4. Se hablaba de él. Jesús no enseña, ni hace milagros por popularidad, sino por servir. Por ello, no obstante muchos vienen para oírle y hacerse curar, él prefiere la soledad para la oración. La fuerza con la que actúa le viene de su comunión con su Padre, y de su unción del Espíritu. Siendo humano, necesitó de la oración.
- Hoy la Palabra del Señor nos manifiesta que Jesús viene a nosotros contaminados por la lepra del pecado, para curarnos y ayudarnos a vivir en plena comunión con Dios y con los demás. Abramos nuestros oídos y corazones para que el Señor restaure nuestra vida. Feliz día.
1 Juan 5,5-13. Queridos hermanos: ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Éste es el que vino con agua y con sangre: Jesucristo. No sólo con agua, sino con agua y con sangre; y el Espíritu es quien da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre, y los tres están de acuerdo. Si aceptamos el testimonio humano, más fuerza tiene el testimonio de Dios. Éste es el testimonio de Dios, un testimonio acerca de su Hijo. El que cree en el Hijo de Dios tiene dentro el testimonio. Quien no cree a Dios le hace mentiroso, porque no ha creído en el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo. Y éste es el testimonio: Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. Quien tiene al Hijo tiene la vida, quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Os he escrito estas cosas a los que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis vida eterna.
Salmo 147. Glorifica al Señor, Jerusalén. Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R. Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. R. Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; / con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos. R.
Fray Luis Galindo,O.P.