La Palabra del día 01 de octubre del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:26 pm
ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios". Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo."Reflexión. Jesús al designar 72 discípulos y enviarles a prepararle el camino, manifiesta su propósito de llegar a todas las naciones con su salvación.
1. Oración. Es lo primero que han de hacer los discípulos. Proclamar la Buena Noticia no es una empresa humana, sino divina, y a Dios han de pedir por el envío de operarios.
2. Providencia. Si la empresa es divina, los misioneros han de confiar en su Providencia. Ellos se ocuparán de los intereses de Dios, y Dios se ocupará de sus necesidades.
3. Prisa. Los misioneros no han de ser descorteces. El anuncio del Reino, de la llegada de Cristo, es urgente y apremiante, por ello debían ir siempre de prisa, incluso sin saludar.
4. Paz. El cristiano es una persona de paz. Jesús al resucitar lo primero que ofrece a sus discípulos es el don de la paz, así el cristiano por donde vaya ha de ser portador de la paz.
5. Sencillez. El enviado no debe buscar comodidad, ha de recibir todo lo que le ofrezcan las personas. No ha de hacerse problemas con normas de pureza en los alimentos.
- Hoy somos nosotros los responsables de la difusión del mensaje de salvación. Nuestra tarea es preparar los corazones de las personas para que Cristo venga a ellos.
Nehemías 8,1-4a.5-6.7b-12. En aquellos días, todo el pueblo se reunió como un solo hombre en la plaza que se abre ante la Puerta del Agua y pidió a Esdras, el escriba, que trajera el libro de la Ley de Moisés, que Dios había dado a Israel. El sacerdote Esdras trajo el libro de la Ley ante la asamblea, compuesta de hombres, mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era el día primero del mes séptimo. En la plaza de la Puerta del Agua, desde el amanecer hasta el mediodía, estuvo leyendo el libro a los hombres, a las mujeres y a los que tenían uso de razón. Toda la gente seguía con atención la lectura de la Ley. Esdras, el escriba, estaba de pie en el púlpito de madera que había hecho para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo -pues se hallaba en un puesto elevado- y, cuando lo abrió, toda la gente se puso en pie. Esdras bendijo al Señor, Dios grande, y todo el pueblo, levantando las manos, respondió: "Amén, amén." Después se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra. Los levitas explicaron la Ley al pueblo, que se mantenía en sus puestos. Leían el libro de la ley de Dios con claridad y explicando el sentido, de forma que comprendieron la lectura. Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo decían al pueblo entero: "Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: No hagáis duelo ni lloréis." Porque el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la Ley. Y añadieron: "Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quien no tiene, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes, pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza. Los levitas acallaban al pueblo diciendo: Silencio, que es un día santo; no estéis tristes. El pueblo se fue, comió, bebió, envió porciones y organizó una gran fiesta, porque había comprendido lo que le habían explicado.
Salmo 18. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón. La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel e instruye al ignorante. R. Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida y da luz a los ojos. R. La voluntad del Señor es pura y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y eternamente justos. R. Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel de un panal que destila. R.
Fray Luis Galindo,O.P.