Creado el Viernes, 23 de Febrero del 2018 12:17:18 am

Informe de la semana.

Entre la presura, los ruidos de la ciudad y los problemas propios olvidamos que el milagro de la vida ocurre a cada instante. A veces es una sonrisa, muestras de agradecimiento, un abrazo y hasta un compartir con las personas más importantes en nuestras vidas. Justo allí es cuando el tiempo se transforma en único e irrepetible, tal como le pasa a Jesús y a sus tres discípulos en la cima de una montaña.
Cuando Jesús se transfigura elige un espacio alejado, desde donde pueda visualizar el cielo y la tierra, y donde puede encontrarse con Dios, a solas y en la intimidad de su vida, pero esta vez elije compartir ese momento con Pedro, Santiago y Juan. “Para los discípulos era espectacular, pero Jesús les recuerda que hay que descender”, comenta el sacerdote Ruly Burgos Fernández.
El tiempo se reduce y las responsabilidades aumentan y, es entonces cuando la necesidad de un encuentro íntimo y sincero con uno mismo aflora con más insistencia. Si la prisa del día a día impide ver la vida en detalles, Jesús nos propone la tranquilidad para redescubrirla.
Subir a la “montaña” significa contemplar la vida desde otro ángulo, con más tranquilidad y con franqueza. Y si de fe se trata, el silencio y la paz de ese lugar especial a donde escapamos para encontrarnos con nosotros mismos, también nos acerca a Dios, a la vida y a la comunidad.

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