“Dios no puede fracasar en su intento de salvar al hombre”, sino que permanece fiel a su promesa. Lo afirmó Benedicto XVI en su catequesis de la audiencia general
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:24:31 pm
En su catequesis, Benedicto XVI continuó desarrollando el nuevo ciclo dedicado a la oración, en esta ocasión siguiendo el ejemplo de Moisés. Escuchemos el resumen de este tema que el Papa leyó en nuestro idioma:Queridos hermanos y hermanas:
Continuamos hoy el tema de la oración con el ejemplo de Moisés. Según la Escritura, él hablaba con Dios como quien habla a un amigo. En uno de los encuentros que la Biblia describe, Moisés sube al monte Sinaí a recibir las tablas de la ley; ayuna cuarenta días, para significar que la vida viene de Dios y que él la espera en el don de la Ley, signo de su alianza. En un determinado momento, el Señor le dice que baje del monte, pues el pueblo se ha construido un ídolo, cayendo así en una tentación constante para el hombre, construirse un dios comprensible y manejable. Ante esta infidelidad, Dios dice a Moisés que le deje destruir a ese pueblo terco y hacer de él un gran pueblo. Pero Moisés ha comprendido en el diálogo con Dios su misericordia y sabe ver con su corazón, por eso entiende que lo que Dios le pide en realidad es su intercesión. Hace caso omiso de la ‘tentadora’ propuesta y eleva una súplica a favor del pueblo rebelde, en ella no resalta ningún mérito del hombre ni tampoco intenta excusar su conducta, sino que basa todo el argumento en la honra de Dios: Dios no puede fracasar en su intento de salvar al hombre, debe permanecer fiel a su promesa. Así, Moisés asume la suerte de su pueblo y se hace portavoz de la gratuidad del don de Dios, que se hace patente con la restitución de unas nuevas tablas.
De los diversos saludos a los grupos de peregrinos presentes esta mañana en la plaza de San Pedro, destacamos el dirigido a los fieles polacos, especialmente a los jóvenes, a quienes recordó que el próximo sábado se reunirán en Lednica. Por esta razón que les pidió que den gracias Dios por la vida y por la beatificación de Juan Pablo II, padre, sacerdote y amigo de los jóvenes. “¡Él –dijo– construyó la casa sobre la roca que es Cristo! Seguía la voz del Evangelio. Perseveraba en la oración y en la adoración de la Eucaristía. Para cada hombre tenía abierto su corazón. Sufría con Cristo. Era un extraordinario peregrino de la fe”. Y les deseó que el lema del encuentro, a saber “¡Juan Pablo II, lo que importa es la santidad!” sea para ellos fuente de inspiración; a la vez que bendijo de corazón su camino hacia la santidad.
A los peregrinos croatas el Santo Padre les recordó que el próximo sábado y domingo viajará a Zagreb, en Croacia, para celebrar con ellos la Jornada de las familias católicas. Y los invitó –mientras espera este encuentro con alegría– a rezar para que su viaje a esta querida tierra dé muchos frutos espirituales y las familias cristianas sean sal de la tierra y luz del mundo.
Como esa habitual, el Pontífice se dirigió a los jóvenes, enfermos y recién casados que participaron en esta audiencia general. Al destacar que hoy comenzamos el mes de junio, dedicado al Sagrado Corazón de Jesús, el Papa pidió que nos detengamos muchas veces a contemplar este profundo misterio del Amor divino. A los queridos jóvenes, les deseó que en la escuela del Corazón de Cristo aprendan a asumir con seriedad las responsabilidades que les esperan. A los queridos enfermos, les manifestó su deseo de que encuentren en esta fuente infinita de misericordia la valentía y la paciencia para cumplir la voluntad de Dios en todas las situaciones. Y a los recién casados les pidió que permanezcan fieles al amor de Dios y que lo testimonien con su amor conyugal.
Al saludar a los numerosos fieles procedentes de América Latina y de España, Benedicto XVI les dijo:
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en particular a los de la parroquia de San Juan Evangelista, de Madrid, así como a los demás grupos provenientes de España, Argentina, Ecuador, México y otros países latinoamericanos. Que el Señor nos ayude a comprender en la oración su designio gratuito de salvación, que ha llegado a su culminación en el don de su Hijo, Jesucristo, para que siguiendo su ejemplo demos la vida por los demás, sin esperar nada a cambio. Muchas gracias.