Áncash: tropezar de nuevo y con la misma piedra
Creado el Domingo, 17 de Octubre del 2021 06:26:36 pm
La semana pasada el Ministerio de Energía y Minas dio la siguiente noticia: de enero a setiembre de este año las arcas de Áncash se llenaron con 1223 millones de soles por transferencias económicas provenientes de la minería, una cifra que la coloca como la región del país que recibe más recursos por canon minero, regalías y otros conceptos propios de la actividad minera.
Sin contar el monto de este año, en los 14 años anteriores, es decir, desde que empezó el boom minero en el 2007 hasta el año pasado, Áncash vio engordar sus arcas con más de 13 mil millones de soles. Algunos años fueron –en ingresos para la región por canon– mejores que otros debido a la coyuntura internacional, pero si sumamos todo, nos aproximamos a los 15 mil millones de soles en 15 años.
Según consta en el portal de Transparencia Económica del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), todo ese dinero fue transferido a lo largo del tiempo al gobierno regional, a los 166 gobiernos locales y a las dos universidades nacionales con que cuenta Áncash, de acuerdo a los porcentajes de distribución que establece la ley.
Es paradójico, sin embargo, que toda esa plata no haya servido para transformar la región, para modernizarla, para mejorar las condiciones de vida de su población –sobre todo de quienes hasta el día de hoy siguen olvidados–, para cerrar indignantes brechas sociales en pobreza (29.8%, según la Endes 2020 y la Enaho 2020), pobreza extrema (4.2 %), desnutrición (16.8 % en menores de 5 años), anemia (38 % en niños de 6 a 35 meses), acceso a servicios básicos (11.3 % no tiene acceso a agua a través de red pública o pilón, 20.1 % no tiene desagüe) y un largo etcétera.
Entonces, no ha sido la falta de recursos económicos sino la falta de capacidad para usarlos adecuadamente lo que ha llevado al boom minero a un rotundo fracaso. Un fracaso más que sí importa porque en su momento Áncash, pero sobre todo Chimbote, también fracasó con el boom de la pesca.
A la falta de capacidad, lamentablemente se suma la corrupción, que ha jugado un papel decisivo en los resultados lamentables que exhibe la región a la hora de hacer un balance de la bonanza fiscal desaprovechada.
Esa bonanza alimentó la voracidad de muchos corruptos, al punto que decidieron embarcarse en proyectos políticos que, gracias a sus cantos de sirena, terminaron encumbrándolos en el poder, convirtiéndolos en gobernadores o alcaldes, pero llevándolos también a la cárcel o a la condición de prófugos.
No es un aspecto menor recordar que han sido los propios ancashinos mayores de 18 años quienes votaron por ellos, no una sino varias veces: César Álvarez, Waldo Ríos y Juan Carlos Morillo, por citar a tres gobernantes regionales. O Luis Arroyo y Victoria Espinoza, por citar a dos gobernantes provinciales. O Juan Gasco y Valentín Fernández, por citar a dos gobernantes distritales.
A juzgar por ciertos personajes que se perfilan como candidatos, el próximo año los ancashinos volveremos a escuchar los mismos cantos de sirena. Y como somos capaces de tropezar de nuevo y con la misma piedra, nada quita que muchos les presten oído a esos cantos y prolonguemos esa vuelta sin parar en el círculo vicioso de siempre. Esa parece ser la paradoja de Áncash: tener plata –mucha plata–, pero elegir mal para desperdiciarla. ¿O no?
Radio Santo Domingo – RSD