LA COLUMNA DEL DÍA | El valor de un profesional
Creado el Miércoles, 7 de Agosto del 2024 07:43:58 am | Modificado el 07/08/2024 09:12:50 am
El resultado de un trabajo de cualquier índole depende del entusiasmo o actitud que tenga la persona al momento de planificarlo y ejecutarlo. En la clausura de un curso del último ciclo, suelo decir a los estudiantes que han culminado sus estudios de pre grado que, el momento de ponerles la nota a sus trabajos ha concluido y que, a partir de ahora, la nota lo pondrá el mercado en la medida de los resultados que obtengan producto de sus acciones en el mundo laboral. Además, les señalo que, si no se sienten feliz con lo que hacen, dejen las cosas como están y busquen nuevos horizontes.
Como señala Carlos Nava en su libro Emprender es una forma de vida “Al profesional le cuesta reconocer que en esencia el poder para determinar el carácter de las relaciones laborales se encuentra en sus manos. Que es él quien en última instancia puede establecer el cauce de las cosas. Que hacen falta sólo dos palabras para que este circuito se vuelva virtuoso: Yo renuncio. Si las reglas establecidas no se ajustan básicamente a los intereses personales o profesionales: Yo renuncio; si el empleador carece de capacidad para reconocer el aporte: Yo renuncio; si la política de Recursos Humanos no se ajusta a las expectativas: Yo renuncio.
La renuncia es también un indicador de la medida de valor que cada profesional se asigna, no solo en términos de su capacidad técnica, conocimientos o la experiencia que posee, también de la estatura que tiene como persona, de la actitud que sostiene ante la vida y la “madera” con la que está hecho. El profesional que reconoce el valor que tiene, espera que éste sea igualmente considerado en el Mercado, y cuando ello no sucede por una u otra causa, renuncia. No espera que alguien interponga buena voluntad para el reconocimiento. Es él, y solo él, quien custodia y efectúa la representación de su valor. El valor profesional está sustentado en la capacidad de producción que tiene una persona, en la posibilidad de “hacer algo” que el resto de la gente reconozca como “valioso” y por lo que esté dispuesta a pagar un precio. Es la capacidad de producción la que acompaña al profesional en la trayectoria económica que tiene en su vida, es aquello que “sabe hacer” lo que constituye su soporte y sustento de vida.
Para ganarse “el pan de cada día”, el profesional no depende de un empleo, un contrato de trabajo o su Negocio, en realidad depende de su capacidad de producción y el valor que ésta representa. Algún momento el empleo deja de existir, el contrato de trabajo concluye o el Negocio fracasa, pero ello no afecta indefinidamente sus intereses porque su capacidad de producción permanece con él, intacta.
No se trata, por lo tanto, de extremar esfuerzos por conseguir o mantener un buen empleo, un gran contrato o Negocio, se trata de hacer todos los esfuerzos para construir y mantener una capacidad de producción incomparable en el Mercado. La capacidad de producción es un activo, en tanto que el empleo, contrato o Negocio son solamente recursos circunstanciales. Cuando los profesionales no tienen una capacidad de producción distinguida, su valor es menor en el Mercado.
Contaba John Lennon que en su colegio le preguntaron que quería ser cuando fuese mayor, y el respondió “quisiera ser feliz”. El profesor le dijo que probablemente no entendía la pregunta, y Lennon le respondió que posiblemente era él quien no entendía la vida.
Así es, estimados amigos, para conseguir o mantener un buen empleo, un gran contrato o Negocio, hay que sentirse feliz caso contrario se debe buscar otros rumbos.
*Felipe Llenque Tume es doctor en Administración, pastdecano del Colegio Regional de Licenciados en Administración (Corlad Chimbote), director de la Escuela de Administración en la Uladech Católica, consultor en capacitación y asesoría empresarial a sectores económicos de producción y servicios, y exmiembro del Directorio de Sedachimbote.
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