“Viejo”, mi querido “Viejo”…
Creado el Martes, 25 de Junio del 2013 02:40:09 am
Suena el teclado mientras doy forma a mis recuerdos, pero un lacerante silencio interior hace presa de mí. Cuesta respirar, tragar saliva. El rocío que humedece los ojos para regar las memorias alegres y tristes que nos hereda el que partió empaña mi visión: Julio César Balerio Correa, “Viejo” o “Flaco” para sus amigos e hinchas, nos ha tomado la delantera y, ¡carajo!, me parte el corazón.
Lo conocí allá por 1993, cuando llegó a Chimbote para vestir los colores del recién ascendido Sipesa. Como era de rigor, investigué un poco de él para una entrevista que habíamos concertado.
Quedé muy sorprendido cuando descubrí que, tras debutar en Atlético Rentistas y un posterior paso por el Atlético Bella Vista de su país natal, había militado en Boca Juniors y Racing Club de Argentina, clubes en los que tuvo como maestros indiscutidos a dos leyendas de ambos clubes: Hugo Gatti y Ubaldo Matildo Fillol. Con el paso del tiempo y tras gozar y admirar sus actuaciones a nivel local, nacional y fuera de nuestras fronteras, entendí todo lo que ello le sirvió para ser tan descomunalmente grandioso en el arco y fuera de las canchas.
Con Sipesa, nos encontramos en muchas ciudades del país durante 1993, yo cumpliendo labor periodística y él dándome argumentos con sus actuaciones para compartir alegrías con todos los chimbotanos a través de las páginas del Diario de Chimbote y, años más tarde, La Industria.
El “Viejo” era un ganador total. Profesional, responsable, recontra mañoso en el arco, muchas veces el primer pase para los goles de otro de mis grandes amigos Martín Dall’Orso, sino de Koki Hirano. ¡Los hizo más famosos todavía!
Aún están en mi retina sus memorables actuaciones en Guayaquil frente al Emelec y contra el Atlético Mineiro en el viejo “Gómez Arellano”, con penales atajados en ambos encuentros y, para ponerle la fresa al pastel, convirtiendo el penal de la clasificación a la siguiente fase de la Copa Conmebol de ese entonces.
Sus buenísimas actuaciones lo arrebataron al año siguiente del puerto para recalar en Lima, vistiendo las sedas de Sporting Cristal, el club del cual soy hincha ni más ni menos.
Yo también, en 1994, me trasladé a Lima para trabajar como redactor en la revista “Estadio”. Una vez más coincidíamos en las prácticas celestes. Incluso compartimos una semana de entrenamientos intensa, concentración y viaje incluidos para un reportaje que me comisionaron. La amistad se profundizó mucho más con los viajes que juntos realizábamos entre Miraflores y La Florida, en el Rímac (éramos vecinos).
Salió tricampeón con Cristal, jugó los partidos de final de la Copa Libertadores del 97 y nos volvimos a encontrar el 6 de agosto de ese año en el imponente estadio Mineirao de Belo Horizonte (106,853 espectadores hubo esa noche) cuando, tras perder 1-0 con Cruzeiro, alcanzó el subcampeonato del máximo torneo continental de clubes. Recuerdo que esa noche también lloré de rabia y juntos nos fuimos a los camerinos tratando de animarlo y consolarlo porque se sentía totalmente responsable del gol de Elivelton que nos dejaba sin alcanzar la gloria. Él quería el título, lo demás no servía.
Luego vendría la historia de la selección, donde también se hizo ídolo, y la casi clasificación al Mundial de Francia 98. Por Chimbote lo tuvimos en 1999 para una tentativa de retorno, finalmente frustrada, a través del Deportivo Pesquero. Después volvió en algunas ocasiones como director técnico del Juan Aurich.
Pero, ya no está. Partió, pero, él lo sabe, se queda en nuestros corazones, en los recuerdos inolvidables de tardes y noches eternas de fútbol. Tal vez, tras fumar ocultamente un cigarrito, se cuadre bajo el arco iris y ni ahí podrán hacerle un gol. Viejo amigo, en algún momento llegaré por esos lares, libreta y cámara fotográfica en mano, y nos saludaremos como siempre con un sincero y amistoso doble beso rioplatense en las mejillas, entre tanto tu sonrisa franca y abierta me acompañarán siempre… ¡Hasta vernos, “Viejo, mi querido “Viejo”!
Ítalo Jiménez Yarlequé
Periodista