“Juana”: la verdadera y cruda realidad de las mujeres conserveras de Chimbote
Creado el Martes, 11 de Septiembre del 2012 10:24:55 pm
“Juana” –no revelamos su nombre verdadero porque sería como decirle que está despedida de su trabajo– es una madre de familia que desde sus 17 años trabaja para la industria de consumo humano directo, en otras palabras, en la industria de conservas de pescado.
“Juana” estuvo esta mañana en RSD y desnudó una realidad que ni los discursos de los empresarios conserveros, ni los reclamos fingidos a favor de ellas de parte de las autoridades podrán ocultar.
Ella aclara que no puede darnos sus nombres ni apellidos reales porque, en su mundo, reclamar es como un pecado que se castiga con el despido.
JORNADA LABORAL
Las mujeres conserveras de Chimbote –dice “Juana”– trabajan a destajo, eso implica que de acuerdo a su avance ganarán sus remuneraciones. Siendo así, sus jornadas laborales pueden ir desde unas horas al día hasta más de 12 horas seguidas.
“No nos pagan horas extras”, señala ella, y lo peor es que de las 12 horas que permanecen dentro de la planta, unas 4 o 5 horas esperan paradas o sentadas la llegada del pescado. Esas horas de espera no son remuneradas, pero obligatoriamente tienen que esperar si quieren trabajar.
Su centro de labores no es la cárcel, pero trabajan encerradas. Cuando ingresan a la fábrica les piden sus DNI y, así quieran, no pueden salir hasta que termine la jornada. Tampoco pueden usar ni sus celulares para comunicarse con el exterior.
BENEFICIOS LABORALES
“Juana” nos cuenta que en la mayoría de las empresas conserveras el contrato laboral es solo un sueño, pues simplemente las hacen trabajar, les pagan lo que lograron ganarse en el día y la “relación contractual” termina hasta que las vuelvan a llamar.
En otras empresas les hacen firmar un contrato que no les permiten leer y, peor aún, no les dan copia. “Solo a veces recibimos boleta”, afirma.
En sus boletas –cuando les dan– figura que les descuentan sus aportaciones para EsSalud, pero si pretenden recibir una atención médica, jamás la obtendrán. “Cuando uno se va a atender a EsSalud resulta que no han pagado, no aparecemos registradas”, refiere indignada.
Las conserveras –no todas, pero sí la mayoría– no perciben gratificaciones, ni CTS y tampoco tienen vacaciones.
¿No tienen derechos laborales?, le preguntamos a “Juana”. Ella responde con sabiduría: “Nosotros sí tenemos derechos laborales, pero no se aplican”, nos corrige. “Por qué, preguntó yo. Es tanta indignación la que tenemos, llegamos a conocer a los funcionarios y ver que hay tanta corrupción. ¡Dónde están nuestras autoridades!”, increpa.
LES ROBAN EN EL PESO
Si ya es demasiado dejarlas sin beneficios, encima les roban en el peso. “Si una panera (recipiente donde les entregan el pescado) pesa 500 gramos, le ponen 800 o 900 gramos y nos entregan para terminarlo. No podemos reclamar, y si no, nos quedamos sin trabajo”, afirma.
Encima de todos estos vejámenes a sus derechos, muchas veces ellas deben salir a las calles a marchar para defender los intereses de sus empleadores.
ANCHOVETA DE LA CONSERVA A LA HARINA
“Juana” cuenta que cuando hay abundancia de anchoveta para la conservería y no se dan abasto para hacer conservas, sus jefes les ordenan que malogren el pescado a propósito para que lo manden a la harina. “Nosotros solo obedecemos”, dice.
INSPECCIONES BAMBA
El uniforme blanco completo, las rejillas y demás implementos limpios y hasta el pescado cuidadosamente ordenado es solo para la foto. Su realidad es otra.
Es lamentable, dice “Juana”, pero cada vez que hay una inspección de las autoridades o del Ministerio del Trabajo a las fábricas conserveras, estas ya se han enterado con anticipación y presentan una cara maquillada.
“Cuando hay una inspección, nos dan todos los implementos completos. Pero pasa la inspección y volvemos igual que siempre a trabajar con nuestras botas, nuestros mandiles que compramos o sin nada. Yo creo que avisan, si no... cómo saben que van a llegar. Porque si el Ministerio de Trabajo llegara de improviso, encontraría todo en desorden y sucio”, advierte.
“ESTAMOS OLVIDADAS”
Con la emisión del D.S. 005-2012-PRODUCE, que modifica el reglamento del ordenamiento pesquero de anchoveta para el consumo humano directo, el presidente de la región Áncash, César Álvarez Aguilar, y hasta los empresarios conserveros, han dicho que esta norma es lesiva para las trabajadoras de la conserva, y uno de los motivos para rechazarla es porque se preocupan por ellas.
“Si se preocupan, bien... las gracias le daría, pero que se preocupen con hechos, de verdad. Somos muchas las que sufrimos el maltrato psicológico, a veces hasta acoso sexual”, manifiesta.
“Ya es tiempo de que nuestras autoridades se preocupen por las mujeres conserveras, porque existimos en Chimbote, Santa, Coishco, Nuevo Chimbote. Nos sentimos abandonadas y más que todo olvidadas. Queremos un trabajo digno”, pide. (MEA – Sistema Informativo RSD).
Fotos: referenciales