LA COLUMNA DEL DÍA | ¿La educación libera?
Creado el Jueves, 26 de Septiembre del 2019 09:57:48 am | Modificado el 06/10/2021 01:34:40 pm

En los años 60’s un maestro brasileño llamado Paulo Freire propuso otra manera de hacer educación: inspirado en la alfabetización de campesinos y campesinas, Freire propuso que la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra.
Es decir, en lugar de pensar que las y los estudiantes son tablas rasas a quienes hay que darles contenido, Freire propone que cada persona que aprende tiene sus propias historias, saberes previos, modos de ver el mundo que aportan al proceso de aprendizaje; por ello, no existe persona que no tenga nada que enseñar, ni persona que no tenga nada que aprender… Así, la maestra y el maestro también aprenden todos los días.
Esta propuesta llamada “educación liberadora” plantea una pedagogía crítica que invita a quienes participan del proceso educativo a mirar la realidad que se vive a diario; es decir, no se pueden generar aprendizajes en el aula desligados de lo que pasa en el día a día de las personas. Las y los estudiantes, más que aprender datos de memoria y tener las respuestas correctas para el examen, aprenden a mirar de manera crítica el mundo… Más que dar respuestas, se hace urgente que se hagan preguntas, que se cuestione la realidad en la que vivimos.
Y es justamente este hecho de cuestionarse, de mirar la realidad de manera crítica lo que hace libres a las personas, porque al cuestionar la realidad y entender las causas de las desigualdades sociales –por ejemplo– es cuando se puede empezar a construir otras maneras de relacionamiento.
Actualmente, la educación nos atrapa en rutinas y prácticas funcionales al sistema, porque este sistema necesita una educación que genere personas preparadas especialmente para el trabajo y para consumir, personas competitivas entre sí, disciplinadas y dóciles. En nuestras escuelas resulta que el valor más importante que deben guardar los y las estudiantes es la disciplina en lugar de la disidencia, la diversidad o la justicia.
Una educación que libera nos otorga la posibilidad de cambiar el mundo. Pero, mientras sigamos viendo a las y los estudiantes como tablas rasas, mientras se siga preparando a las personas para dar respuestas y no para hacer preguntas, será muy difícil que podamos cambiar la realidad de exclusión e injusticia que vivimos, porque, en vez de cuestionarla, la seguiremos aceptando como algo “normal”.
La invitación es a mirar a la educación como un proceso político, un proceso que tiene el poder de transformar mentes y sociedades enteras. Creo con firmeza que cada persona hace política desde cualquier espacio donde se encuentre, y el aula debería ser el primer lugar donde niñas y niños puedan sentir la libertad de dialogar con los saberes de otras y otros, de preguntar y cuestionar, de soñar con que es posible la construcción de un mundo donde quepan muchos mundos.
* Rocío Huamancondor Paz, abogada, con maestría en investigación y análisis de políticas públicas, coordinadora de redes de la Asociación Latinoamericana de Educación y Comunicación Popular – ALER
Foto: Revistadeeducacionvirtual.com
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