LA COLUMNA DEL DÍA | La biblia y la espiritualidad
Creado el Jueves, 2 de Mayo del 2024 01:01:01 am
El gran maestro de la mística, Eckhart, escribía: “uno ha de rezar con tanto vigor que desearía que todos los miembros y potencias del ser humano, la vista como los oídos, la boca, el corazón, y todos los sentidos, estuvieron dirigidos hacia la finalidad, orar es respirar; y no debe terminar antes de sentir que uno está por unirse con aquel a quien tiene presente, dirigiéndole su súplica, esto es: Dios.” De esta manera se entiende que la mística no es un huir de la tierra hacia un cielo desconocido, sino entender a lo eterno manteniendo los pies en la tierra. La espiritualidad es espíritu y materia, misterio y transparencia, trascendencia e inmanencia, milagro y realismo.
Leemos en el profeta Isaïas, 40, 28-31: “Yavé es un Dios eterno que ha creado hasta los extremos del mundo. No se cansa ni se fatiga y su inteligencia no tiene límites. El da la fuerza al que está cansado y robustece al que está débil. Mientras los jóvenes se cansan y se fatigan y hasta llegan a caerse, y los que en Él confían recuperan fuerzas, y les crecen alas como de águilas. Corren sin fatigarse y andarán sin cansarse”. Dios rompe el silencio de la nada con su palabra creadora y redentora. El rompe las cadenas del mal. La espiritualidad no es de entrada conocer-amar a Dios, sino de ser conocidos-amados por él.
Marcos, 4,26-27, explica como Dios se hace presente: “Jesús dijo además; escuchan esta comparación del reino de Dios. Un ser humano esparce la semilla en la tierra, y ya duerme o despierto, sea de noche o de día, la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo”.
La biblia anuncia el primado de la revelación divina sobre la búsqueda humana, de la gracia sobre el mérito. Las figuras de madre y de padre expresan la ternura y el cuidado amoroso de Dios.
Leemos en Isaías, 49,15: señala la lealtad de Dios: Sion decía: “Yave me ha abandonado y el Señor se ha olvidado de mí”. Pero, ¿Puede una mujer olvidarse del niño que cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien, aunque alguna lo olvidas, yo nunca me olvidaría de ti.”
Leemos en el profeta Oseas, 11, 1-4: Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero mientras llamaba, más se alejaban de mí. Ofrecieron sacrificios a los baales y quemaron incienso ante los ídolos, Yo, sin embargo, le enseñaba a andar a Efraím, sujetándolos los brazos, pero ellos no entendieron que yo cuidaba de ellos. Yo los trataba con gestos de ternura, como si fueran personas. Era para ellos como quien le saca el bozal del hocico y ofrece en la mano el alimento.”
Leemos en Deuteronomio, 8, 5 y 10: Comprende, pues, que del mismo modo que un padre educa a su hijo, así Yavé te ha educado a ti. Cuídate que tu corazón se ponga orgulloso.
Leemos en Lucas, 15,31: El padre dijo: “Hijo, siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero habrá que fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.”
Leemos en Juan, 3, 16: Así amó dios al mundo! Le dio al Hijo único, para quien cree en él tendrá vida eterna. Dios no vino al mundo para condenar al mundo sino para que se salve el mundo gracias a él”
El ser humano debe responder con fe y amor. Leemos la carta a los Filipenses, 3, 12: “No creo haber conseguido la meta ni me considera un perfecto, sino que prosigo mi carrera para conquistarla, como ya he sido ya conquistado por Cristo.”
Leemos a la carta los Gálatas, 4,9: “Dios lo ha conocido a ustedes, ¿cómo pueden volver a normas y principios miserables y sin fuerza?
La espiritualidad cristiana expresa Pablo en su carta a los Gálatas, 1, 21: “He sido crucificado con Cristo, y ahora no vivo yo, es Cristo que vive en mi” y en carta a los Colosenses, 3,3: su vida está ahora escondida en Dios. (El aporte se inspira en un libro de Gianfranco Ravasi).
*Padre Johan Leuridan, OP, doctor en Teología en la Universidad Urbaniana (Vaticano), personalidad meritoria de la Cultura del Ministerio de la Cultura, miembro honorario de la Academia de la Lengua, doctor honoris causa de la Universidad de San Marcos y autor del libro "El Sentido de las Dimensiones éticas de la Vida".