LA COLUMNA DEL DÍA | Cuarentena y barbarie
Creado el Domingo, 22 de Marzo del 2020 02:37:52 pm
La vida en Casuarinas, al sur de la ciudad, me remite a la que se experimentaba en el Siglo XVII, cuando la peste, el hambre y las guerras diezmaban Europa. Lo digo por la indignante e impresionante conducta de un considerable sector de sus habitantes respecto a la pandemia, la emergencia nacional y al toque de queda que vivimos.
Como hace tres siglos, las enfermedades infectocontagiosas desempeñan un papel preponderante en la morbilidad y mortalidad de la población, hecho que no le importa en absoluto a quienes circulan a toda hora por esta zona de Nuevo Chimbote con total tranquilidad y desparpajo. El gran enemigo de este tiempo no es sólo el coronavirus, sino el propio vecindario. La virulencia de la enfermedad que nos acecha se exacerba con la crisis de subsistencia que experimentan no pocas familias, donde la mala alimentación y la falta de resistencia de los adultos mayores, mujeres embarazadas y niños, son más que evidentes. El descuido de la higiene y la presencia de residuos sólidos contaminantes en algunas calles [a la espera del camión recolector que sólo ingresa a esta parte de la ciudad tres veces por semana], devela la verdadera naturaleza de las personas, de las instituciones [se supone tutelares] y del Estado.
La cuarentena en Casuarinas no se cumple a cabalidad, como seguramente sucede en otros espacios de la urbe. El egoísmo, la falta de solidaridad, las profundas contradicciones de la naturaleza humana, afloran a diario a través de ese instinto primitivo e irresponsable que hace que padres de familia de la zona saquen a pasear a sus niños al parque, que las mascotas merodeen en las calle a toda hora junto a sus dueños, que vehículos particulares circulen con total normalidad y que incluso grupos de adultos mayores se reúnan en la vía pública "para conversar" con la anuencia de sus hijos y familiares. La civilización y la barbarie que anida al interior de cada ser humano se pone de manifiesto cada día que pasa en una ciudad donde la gente responsable libra batalla en el aislamiento social, mientras afuera el individualismo extremo y las leyes del lucro de los comercios, así como del pragmatismo, se abren paso destruyendo el tejido social y la voluntad de cooperar que tienen muchas personas.
La pandemia que vivimos se recordará no solo por los muertos e infectados que figuren en las cifras y documentos históricos, sino por la conducta irresponsable de gran parte de la población. Lo que sucede en esta parte de Nuevo Chimbote es sólo un reflejo de lo que ocurre en todo el país: hordas de individuos sin conciencia circulando en las calles y exponiendo al contagio a los demás sin ningún tipo de consideración; comerciantes inescrupulosos elevando los precios de alimentos y medicinas; autoridades que, con su desidia e incapacidad, no ponen en el centro de sus preocupaciones al ser humano.
* Augusto Rubio Acosta es poeta, narrador, periodista y gestor cultural.