LA COLUMNA DEL DIA | Chimbote: reflexiones ante la histeria
Creado el Lunes, 23 de Marzo del 2020 07:35:23 am | Modificado el 06/10/2021 01:35:37 pm

En mi ciudad no hay repunte en la venta de libros durante la cuarentena, porque las librerías formales prácticamente no existen. Tampoco han cerrado museos y teatros, porque nunca los hubo. Los dos cines de la ciudad quizá se hagan extrañar entre la masa porque son comerciales, incluso uno de ellos finalizaba su remodelación por estos días; el otro, ubicado en el corazón del centro comercial, ofrece una lamentable y marketera cartelera. Con bibliotecas y espacios culturales cerrados, la parálisis de la pobre oferta cultural de la ciudad no ha alarmado ni afectado a nadie. La vida continúa [como la cuarentena] con total normalidad para quienes consumen o no libros, conciertos y manifestaciones culturales con las que es posible enriquecerse.
Desconozco, sin embargo, si en virtud al estado de emergencia haya subido el índice de lectura entre quienes se dedican a leer. Decretada la emergencia en el país, el tiempo dedicado a la familia ha mejorado, pero también el acceso al libro y al conocimiento. En la red, no es poca la oferta de títulos en PDF, de monográficos digitales, películas de descarga gratuita, recitales de poesía online, recomendaciones de lecturas, blogs de reseñas y hasta talleres en línea de creación literaria. La pandemia del coronavirus ha puesto a la ciudad al límite, pero a su vez ha determinado que cada habitante defina o evidencie su comportamiento ético.
La crisis sanitaria podría transformar nuestra sociedad y la manera de pensar de los ciudadanos si así nos lo propusiéramos, si reflexionáramos y sacáramos partido -en comunidad- del tiempo y la emergencia que vivimos. Así como palabras viejas, casi nunca utilizadas por la mayoría, están siendo recicladas en esta dura época [confinamiento, pandemia, exilio], deberíamos adoptar también en nuestras vidas lo que es verdaderamente trascendente: reflexionar sobre la forma en cómo nos relacionamos con los otros, cómo los vemos y tratamos, cómo los asumimos; pensar en la abierta y profunda manifestación de nuestros afectos [con total calidez y autenticidad], otorgándole al abrazo la imprescindible importancia que tiene.
En mi ciudad quizá ni en cuarentena haya buenas noticias que difundir. Ayer nomás escribí y publiqué en esta web la realidad de los irresponsables vecinos de Casuarinas en el sur del lugar donde nacimos. En tiempos de histeria en que las autoridades y funcionarios inútiles se lavan [literalmente] las manos ante la emergencia de salud, qué nos queda a los ciudadanos de a pie sino cuestionar, denunciar, resistir.
* Augusto Rubio Acosta es poeta, narrador, periodista y gestor cultural.
Foto: internet
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