LA COLUMNA DEL DÍA | Bomba desde Sarratea
Creado el Lunes, 28 de Febrero del 2022 11:16:53 am

El ascenso al poder de Pedro Castillo es otra oportunidad perdida para el país, pues en su discurso político siempre aludió a su condición de maestro provinciano en la sierra rural peruana, alejado de las mañas de los políticos tradicionales y del dinero de los poderosos que ponen y sacan presidentes, para destacar su idoneidad moral, garantizada con “palabra de maestro”. Esta historia de cándida honestidad fue la que hábilmente utilizó ante los peruanos para aparecer como “políticamente puro y libre de pecado”, y así hacer la diferencia frente a la candidata Fujimori que afrontaba serias acusaciones de corrupción.
Sin embargo, existían hechos que nos decían que el profesor Castillo quizá era un lobo disfrazado de oveja. Un detalle importante es que apenas había sido profesor de aula un par de años, período en el que acumuló cuestionamientos por su desapego a la labor docente, y que más bien aprovechó para ingresar a la actividad sindical y quedar relevado de su obligación de dictar clases. Además, todos fuimos testigos que se hizo conocido a nivel nacional encabezando una huelga por oponerse a las evaluaciones docentes, es decir; por oponerse a la meritocracia en desmedro de la calidad educativa de nuestros hijos.
Otro hecho relevante que hacía dudar de la idoneidad moral de Castillo es que tenía como socio político a Vladimir Cerrón, un ex gobernador regional sentenciado por corrupción y acostumbrado a manejar la cosa pública como su chacra, en medio de pago de coimas y abuso de poder.
Desde la juramentación presidencial en la que más se preocupó en estrenar sombrero y liki liki, que, en completar su gabinete, fue quedando claro que la improvisación y la ausencia de meritocracia iban a ser características del nuevo gobierno, pero quedaba la esperanza que la corrupción no estaba invitada a gobernar.
Bastaron muy pocas semanas, para comprobar que Castillo no estaba preparado para una alta responsabilidad como la presidencia, sus decisiones y designaciones eran erráticas e improvisadas, mientras que la corrupción empezaba a asomar.
Por distintas informaciones periodísticas, los peruanos nos enteramos que los sobrinos del mandatario y sus paisanos chotanos habían “recibido” el MTC y el ministerio de vivienda para que coordinen los negociados ilícitos en las licitaciones con la lobista Karelim López. En simultáneo, se producía la toma de Petro Perú a cargo de Hugo Chávez, quién se jacta de ser un “hombre del presidente” y con su llegada el cuestionamiento a una millonaria licitación, en la que también habría intervenido Karelim López. En medio de estos hechos, se encontraron miles de dólares y soles en el baño del despacho de Bruno Pacheco en palacio de gobierno, quien hasta ese momento era el brazo derecho del presidente, la esperanza de que la corrupción no sea parte del gobierno se había esfumado y todos los protagonistas tenían algo común, su cercanía al presidente.
El sábado se conoció que Karelim López ha solicitado acogerse a la figura de colaboración eficaz, que no es otra cosa que una delincuente narrando sus delitos y señalando a sus cómplices para obtener una pena rebajada, su testimonio involucra al presidente y en mi opinión, deslegitima el mandato recibido por el pueblo. El hombre que representaba el cambio terminó cayendo en la misma corrupción que cuestionó, a la que añadió torpeza e improvisación. Sr. Pedro Castillo, renuncie, Ud. ya no es digno de la presidencia.
*Pablo Rioja Cueva es abogado especialista en derecho constitucional y administrativo, árbitro en contrataciones con el Estado y laboral. Tiene amplia experiencia en gestión pública y docencia universitaria. Fue regidor en la Municipalidad Provincial del Santa.
