A los 104 años fallece el hombre más longevo de Chimbote que había vencido al covid-19
Creado el Martes, 7 de Julio del 2020 08:39:42 pm
El expescador chimbotano José Beltrán Mendoza, de 104 años de edad, de manera sorprendente hace apenas 10 días había logrado derrotar al covid-19 luego de 21 días de dura lucha en el Hospital III de EsSalud. Sin embargo, hoy un ataque al corazón le arrebató la vida en el seno de su hogar.
Su recuperación había causado gran alegría entre sus familiares y amigos. Tras recibir su alta médica el 27 de junio, regresó a su casa y, el lunes 29, aprovechando la procesión de San Pedrito, recibió la visita del santo patrón de los pescadores, de quien era su fiel devoto. El párroco Juan Anguerry Preciado ingresó ese día a su vivienda, donde descansaba, y le dio la bendición.
Don José Beltrán Mendoza nació en Chimbote el 3 de febrero de 1916 y pertenecía a la tercera generación de una de las familias más tradicionales de Chimbote: los Beltrán. Deja ocho hijos, diez nietos y dos bisnietos.
En su juventud y vida adulta fue pescador y un excelente deportista. Jugó como back centro en populares clubes locales y demostró su calidad defendiendo la camiseta de la selección de fútbol de Chimbote.
En su libro “El Chimbote que se fue”, el cronista chimbotano Percy Robles Guibovich reseñó así la vida de don José Beltrán Mendoza:
Cuando el siglo XX todavía era nuevo, un 3 de febrero de 1916 (cómo olvidar el año si es la fecha en que nace mi madre) en Chimbote nace el más huanchaquero de los cuatro costados. Don José Beltrán Mendoza, hijo de don Martín Beltrán Banzur y doña Dominga Mendoza Arroyo, tercera generación de chimbotanos. Hoy los Beltrán están en la sexta generación.
En el flamante distrito de Chimbote era alcalde don Gregorio Navarro y en su gobierno municipal se le devuelve la categoría de Puerto Mayor.
En humilde cuna, en la segunda cuadra de José Pardo, don José abrió los ojos y olió el mar, ese mar en cuyas aguas se reflejan desde hace miles de años el cielo y el hombre pescador.
¡Chimbote! En este puerto hemos mecido nuestra infancia y hemos aprendido a amarla y contemplarla agradecidos, viendo como los últimos rayos del sol se pierden en el mar.
Don José estudió primaria en la escuelita del profesor Ochoa, esquina de Bolognesi y E. Palacios. Como su padre don Martín había fallecido, tuvo que dejar la escuela para ayudar a sostener el hogar.
Pero la primaria de entonces era como la secundaria de hoy en día. José se vuelve ducho pescador cortinero en la lanchas de don Carlos Salcedo y don Juan Chinchayán; eran épocas muy difíciles para la familia Beltrán.
Pasó a vivir en Bolognesi, donde hoy queda el local del Rotary Club. El 3 de febrero del 50 se casa con la chimbotana Lucía Samanamud Palomino; de esa unión en amor y sacramento de fe nacen: Violeta, Víctor, Dominga, José, Oscar, Luis, Ana y Fanny.
En el año 1953 su madre, doña Dominga Mendoza, le da la casa del Malecón Grau 137. ¡Finalmente frente a frente al mar! Su mar, perfume y sabores salobres que se depositan en las batientes de las puertas; es una historia de amor que dura una eternidad.
Es sed de aventuras e historias, es un bote a velas o a remos que se aleja por el horizonte, es un pelícano que surca el cielo. Es la puerta entre el pasado y el futuro (negro), entre una vida que se perdió y otra que se vive.
Don José pescador, corriendo por la orilla del mar junto a sus camaradas de faena: Marcos Martínez Méndez, Añazgo, Epifanio Mendoza, que ya le llevan la delantera en la maratón de la vida.
En 1958 ya funcionaba el muelle 1 de CPS y don José pasa a ser estibador. Soplan nuevos vientos en su economía familiar y sus hijos estudian en el colegio particular “Corazón de Jesús” de la señorita Esther Navarro Bidaurre; esquina Bolognesi con E. Palacios y el chino Juan con tienda divisoria. A sus hijos nunca les faltó nada y le sobró cariño. Sus amigos estibadores Bernardo Beltrán, Pancho Guzmán, Aquiles Zegarra y Coliche Gozzer, también ya partieron al infinito.
Don José, cuando soltero, fue un recio back central del “Deportivo Independiente”, que jugaba en el canchón de la av. Pardo; fue integrante de la selección de Chimbote y llegó a jugar en el antiguo Estadio Nacional de madera, en Lima. Su apelativo cariñoso era “Cachimba”, que era una pipa para fumar. Hasta que lo pilló doña Dominga, su madre, y nunca más volvió a fumar.
Don José no toma, no toma, es muy pegado a su familia, un padre querendón como “mamá gallina”; nunca, nunca recriminó, ni castigó a ninguno de sus hijos. Esa tarea era para doña Blanquita, su querida esposa, mujer de carácter, que impuso orden y disciplina y que dio como resultado un producto bueno: ¡los hijos!
Don José ha tenido dos golpes fatales en su larga, honrada y decente vida. En el año 1990 su hijo Oscar se recibe de bachiller en Derecho en la UNT y, cuando regresaba a su Chimbote, a su familia, un desgraciado accidente de tránsito truncó sus sueños. “Los hijos deben enterrar a los padres y no los padres a los hijos”.
El 12 de noviembre de 2012, doña Blanquita, su esposa, su amiga, su amor eterno, su media mitad – 63 años juntos–, parte a encontrarse con su hijo Oscar y desde ahí ambos velan por los que quedan en esta tierra de contrastes; también el día muere en ella y don José vive en sus hijos y nietos.
Chimbote es un paraíso perdido, pero también es una tierra en la que conservamos recuerdos ancestrales. La historia misma de Chimbote está escrita sobre su rostro, arrugado por la arena y la brisa salobre del mar. Sus ojos guardan en la memoria las páginas de un libro sagrado.
(RSD Noticias).
Foto: Percy Robles Guibovich, publicada en el grupo de Facebook FOTOS ANTIGUAS DE CHIMBOTE