El papa conoce la sepultura de la monja que le salvó la vida en Argentina
Creado el Jueves, 14 de Marzo del 2024 07:48:35 am
El papa Francisco se alegró al conocer el lugar de sepultura de sor Cornelia Caraglio, la monja que le salvó la vida cuando estaba hospitalizado de joven en Argentina por una neumonía. En la mañana del 13 de marzo, al margen de la Audiencia General, una delegación piamontesa, encabezada por Orsola Appendino, apasionada de la historia de la emigración piamontesa, ha ilustrado al Santo Padre sobre el resultado de la búsqueda que el mismo Francisco había alentado durante el encuentro con los familiares de la monja el 7 de febrero. "Estaba estancada y también muy desanimada", cuenta Appendino, "entonces se me ocurrió ir al convento dominico de Mondovì, donde se había formado sor Cornelia, para buscar más noticias sobre ella". La estructura, en la provincia de Cúneo, fue en su día la casa madre de las religiosas. Y hoy se ha convertido en una casa de reposo para monjas ancianas. "Allí -explica Appendino- me acogió la madre general, sor Antonella Olivero, que me presentó a dos monjas argentinas que conocían muy bien a sor Cornelia, pues vivieron con ella 35 años. Se trata de Sor Josefina Solioz y Sor Ana Teresa Viola, de 82 y 84 años, respectivamente. A pesar de su edad, son muy lúcidas y enérgicas. Y, sobre todo, recuerdan cada detalle". "Fueron ellas -señala la señora Orsola- las que se encargaron del funeral de sor Cornelia tras su fallecimiento en 1995".
Al principio, Sor Cornelia fue enterrada en el cementerio municipal de Merlo, en la capilla de amigos. Sin embargo, más tarde, en febrero de 2023, cuando las monjas dominicas cerraron su misión en Argentina, decidieron incinerar los restos de la monja y trasladarlos a otro lugar más significativo desde el punto de vista emocional. "Antes de regresar a Italia -explica sor Ana, contactada por teléfono en Mondovì- colocamos las cenizas de sor Cornelia y de otras 12 hermanas en el 'cinerario' adyacente a la parroquia de Nuestra Señora de Fátima en Merlo". Las hermanas dominicas argentinas ayudaron a construir este centro y están en contacto permanente con los miembros de la comunidad que cuidan el lugar.
Sor Josefina Solioz y Sor Ana Teresa no pudieron asistir a la audiencia general en el Vaticano debido a su movilidad reducida. Pero ambas enviaron al papa una carta escrita de su puño y letra para compartir algunos recuerdos. En primer lugar, los relacionados con sor Cornelia, su tozudez, su alegría y su extraordinaria cercanía a los enfermos. Sor Ana explica que la conoció en 1959 y que ella es una hija espiritual suya. "Estoy segura de que el papa responderá a esta carta", añade.
"Es una santa muy misericordiosa", dice sor Josefina sobre la humanidad de sor Cornelia. En su relato, no falta una referencia a las visitas que el arzobispo de Buenos Aires solía hacer a Merlo utilizando el transporte público para visitar a la hermana y a algunos amigos que vivían allí. Entre ellos estaba el padre Ángel Sallaberrenborde, ya fallecido. "Una vez -cuenta sor Josefina- el arzobispo Bergoglio llamó a la puerta de nuestro convento en Merlo para preguntar por la dirección de este religioso y no lo reconocí".
Entre los amigos del papa en la zona se encuentra el jesuita Héctor Soto, durante algunos años párroco de la parroquia Nuestra Señora de Fátima (donde están las cenizas de sor Cornelia), que fue alumno de Bergoglio en el Colegio Máximo de San José, en San Miguel. "Tengo muchos recuerdos del papa Francisco", afirma, "lo conozco bastante por el tiempo que vivimos y compartimos, pero no sabía de su interés por esta investigación y lo que significó Sor Cornelia en su vida”. (RSD Noticias).