La Palabra del día 18 de octubre del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:29 pm
¿Qué queréis que haga por vosotros? Contestaron: Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Jesús replico: No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? Contestaron: Lo somos Jesús les dijo: El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado. Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.Reflexión. Los humanos en general tenemos como una tenencia innata a ser grandes y primeros entre los demás. Para ello vivimos, consciente o inconscientemente, en una cierta competencia en casa con nuestros hermanos, en el colegio o en el trabajo con nuestros compañeros, etc. En el lugar en que estamos aspiramos a subir todos los escalones posibles y muchas veces, sin que importe pisotear a los otros. Naturalmente, el cristiano no vive con esta lógica, se supone que el móvil de su existencia es buscar ser un servidor allí donde se encuentre.
Los Apóstoles, antes del misterio pascual de Jesús, cayeron en la tentación del buscar los puestos más importantes. Esto no solo Santiago y Juan que expresamente lo pidieron, sino, todos, puesto que al escuchar la petición de los dos hermanos se indignaron contra ellos. Hasta ese momento aún no habían entendido al Señor, creían que su reino era meramente terreno, en su momento él les revelará que su reino no es de este mundo. Como vemos, a los mismos apóstoles les costó entender la lógica de Jesús.
El Hijo de Dios vino al mundo y se empeño completamente en el servicio, para ello se dedicó a enseñar su Palabra; realizó muchos signos para hacer sentir a las personas su cercanía, su misericordia, su bondad y su amor. Y sobre todo, su vida misma la entregó como una ofrenda a Dios, por el bien de sus hermanos. Con su vida entera Jesucristo se hizo servidor de la humanidad. Ningún humano será capaz de brindar un servicio de esta magnitud. Todo lo que Dios hizo en Cristo lo hizo por servir a la humanidad.
Ningún cristiano está exento de seguir estos pasos. Cuando el Señor pregunta a los hijos del Zebedeo si serían capaces de beber su cáliz, ellos inconscientemente responden que sí. En realidad, no lo serán con sus fuerzas, después de la resurrección de Cristo serán revestidos del poder del Espíritu con el que podrán imitar y su Señor. Y efectivamente, Santiago fue el primero de los Doce en beber el cáliz, fue el primer Apóstol mártir y Juan, según cuenta la tradición, fue el último que dio su vida por su fe en Cristo, desterrado en la isla de Patmos.
¿No debe el cristiano aspirar a ser grande? Al contrario, sí debe trabajar y sacrificarse para ser grande, pero una grandeza que le haga sentir superior y más importante que los demás, sino, una grandeza que le lleva a servir mejor y a ser más útil al bien de los demás. El creyente que llegó a puestos importantes en la sociedad, mientras más relevantes sean estos, tiene mayor responsabilidad de ser un óptimo servidor, Dios le exige el cien por ciento de sus capacidades. Nuestra sociedad con urgencia necesita de cristianos servidores de verdad.
A lo largo del mes de octubre, mes morado en el Perú, la sagrada imagen del Señor de los Milagros está recorriendo las calles de nuestras ciudades del Perú y del mundo. Ojalá quienes lo contemplen y quienes lo acompañan con sus cantos y oraciones vean en ella a Jesús que sirvió al mundo entregando toda su vida y así todos los cristianos le imitemos no siendo otra cosa sino auténticos servidores.
Isaías 53, 10-11. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación: verá su descendencia, prologará sus años. Lo que el Señor quiere prosperará por su mano por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos.
Salmo 32. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. * Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. Que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. * Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. * Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.
Hebreos 4,14-16. Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado en todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente.
Fray Luis Galindo,O.P.