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Hoy la Iglesia celebra a Catalina Tekakwitha, la primera santa piel roja
Creado el Lunes, 17 de Abril del 2023 03:58:31 pm
Cada 17 de abril la Iglesia universal celebra la fiesta de Santa Catalina (Kateri) Tekakwitha, la primera santa piel roja. Ella es considerada, junto a San Francisco de Asís, patrona de la naturaleza y de la ecología.
Cabe señalar que en Estados Unidos -a diferencia del resto del mundo- su fiesta se celebra el 14 de julio.
Catalina nació en 1656 en Ossernenon (hoy Auriesville, Nueva York, Estados Unidos), una villa habitada en ese entonces por la tribu Mohawk. Su madre fue una mujer cristiana, integrante de la tribu algonquina, mientras que su padre fue jefe tribal de los Mohawk.
Con tan sólo 4 años, Catalina perdió a sus padres y a su hermano a causa de una epidemia de viruela. Ella también contrajo la enfermedad, pero logró sobrevivir, aunque quedó con el rostro desfigurado y con la vista dañada. Serían sus tíos quienes la acogerían en su casa y se harían cargo de ella.
A los 11 años, Catalina tuvo la oportunidad de conocer la fe cristiana gracias a los jesuitas franceses que evangelizaron el territorio Mohawk.
La joven pidió ser bautizada a los 20 años, haciendo frente a la oposición de sus familiares y al rechazo de su comunidad. Convertida en blanco de numerosos maltratos, Catalina decidió dejar su pueblo y emprender camino hacia Sault Ste. Marie, un pueblo cristiano cerca de Montreal (hoy Michigan), habitado por indios conversos de Canadá. El trayecto recorrido para salvarse de la persecución fue de longitudes épicas: 320 kilómetros, a través de montañas, ríos y la inclemencia del clima.
Se convirtió en evangelizadora de sus coetáneos y en ferviente defensora de estos. Acompañada por la guía espiritual de los miembros de la Compañía de Jesús, Catalina acrecentó día a día su amor por Cristo, especialmente presente en la Eucaristía; un amor que revertía en servicio a sus hermanos.
Partió a la Casa del Padre el 17 de abril de 1680, durante la Semana Santa de aquel año. Tenía tan sólo 24 años. Sus últimas palabras fueron: “¡Jesús, te amo!”.
La dulce Catalina dejó una huella imborrable en la memoria de las tribus que formaban la nación iroquesa (una confederación de seis tribus nativas) y hoy es motivo de orgullo para todo el pueblo católico norteamericano. Ella es uno de los más hermosos frutos que el Evangelio ha producido en Estados Unidos y Canadá, un “puente” que une razas y tradiciones. Con justa razón se le conoce como “El Lirio de los Mohawks”. (R.M. – RSD Noticias).
Fuente: Aciprensa.