#FelizAñoNuevo2025
He recibido el primer anuncio cristiano de esta mujer, de mi abuela, es bellísimo esto, el primer anuncio en casa, con la familia ¿no? Y esto me hace pensar a la misión de tantas madres, tantas abuelas de la transmisión de la fe. Son ellas las que transmiten la fe, también en los primeros tiempos, porque San Pablo decía a Timoteo: “Yo recuerdo la fe de tu madre, la fe de tu abuela”. Todas las madres que están aquí, todas las abuelas, piensen a esto: Transmitir la fe. Porque Dios nos pone al lado personas que ayudan nuestro camino de fe. Nosotros no encontramos la fe en lo abstracto. No, es siempre una persona la que predica, que nos dice quién es Jesús, que te da la fe, que te da el primer anuncio, y esta ha sido la primera experiencia de fe que he tenido.
Pero hay un día para mi muy importante: el 21 de septiembre de 1953 tenía casi 17 años, era el día del estudiante, para nosotros, el día de la primavera, para ustedes el día de otoño, y antes de ir a la fiesta pasé por la parroquia a la que asistía, y encontré a un sacerdote al que no conocía y sentí la necesidad de confesarme, y esta fue para mi una experiencia de encuentro, he encontrado alguien que me esperaba. No sé que pasó, no me acuerdo, no sé porque ese sacerdote estaba allí o porque he sentido esta necesidad de confesarme, pero la verdad es que alguien me esperaba, me estaba esperando desde hacía tiempo y después de la confesión sentí que algo había cambiado. Yo no era el mismo, había sentido una voz, una llamada. Me convencí que debía convertirme en sacerdote, y esta experiencia en la fe es importante.
Nosotros decimos que debemos buscar a Dios, ir a Él a pedirle perdón, pero cuando vamos, Él ya nos espera, está ahí antes. Nosotros en español tenemos una palabra que explica bien esto: el Señor nos ‘primerea’, es el primero, te está esperando y esto es una gracia grande, encontrar a alguien que te está esperando. Tú vas, pecador, y Él te está esperando para perdonarte. Aquella experiencia de la que los profetas de Israel decían que el Señor es la flor en el almendro, la primera flor de la primavera. Antes que vengan las otras flores, Él está allí esperando, el Señor nos espera y cuando nosotros lo buscamos encontramos esta realidad que es Él quien nos está esperando para acogernos, para darnos su amor, y esto te sorprende tanto en el corazón que no lo crees, y así va creciendo la fe, con el encuentro con el Señor.
Alguien dirá, no, yo prefiero estudiar la fe en los libros. Es importante estudiarla pero mira con eso sólo no basta: lo importante es el encuentro con Jesús, el encuentro con Él, porque es justamente Él el que la da.
Lo importante es el encuentro con Jesús, Papa Francisco en la Vigilia de Pentecostés
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:26:15 pm
la que la fe se vivía en una manera simple y concreta. Pero sobre todo ha sido mi abuela, la mamá de mi papá, que ha marcado mi camino de fe. Una mujer que nos explicaba, nos hablaba de Jesús, nos enseñaba el catecismo, siempre me acuerdo que los viernes santos, nos llevaba al atardecer a la procesión de las candelas y al final de esta procesión llegaba el Cristo yaciente. Y la abuela nos hacía a nosotros, niños, arrodillarnos y nos decía: “miren, está muerto, pero mañana resucita”.He recibido el primer anuncio cristiano de esta mujer, de mi abuela, es bellísimo esto, el primer anuncio en casa, con la familia ¿no? Y esto me hace pensar a la misión de tantas madres, tantas abuelas de la transmisión de la fe. Son ellas las que transmiten la fe, también en los primeros tiempos, porque San Pablo decía a Timoteo: “Yo recuerdo la fe de tu madre, la fe de tu abuela”. Todas las madres que están aquí, todas las abuelas, piensen a esto: Transmitir la fe. Porque Dios nos pone al lado personas que ayudan nuestro camino de fe. Nosotros no encontramos la fe en lo abstracto. No, es siempre una persona la que predica, que nos dice quién es Jesús, que te da la fe, que te da el primer anuncio, y esta ha sido la primera experiencia de fe que he tenido.
Pero hay un día para mi muy importante: el 21 de septiembre de 1953 tenía casi 17 años, era el día del estudiante, para nosotros, el día de la primavera, para ustedes el día de otoño, y antes de ir a la fiesta pasé por la parroquia a la que asistía, y encontré a un sacerdote al que no conocía y sentí la necesidad de confesarme, y esta fue para mi una experiencia de encuentro, he encontrado alguien que me esperaba. No sé que pasó, no me acuerdo, no sé porque ese sacerdote estaba allí o porque he sentido esta necesidad de confesarme, pero la verdad es que alguien me esperaba, me estaba esperando desde hacía tiempo y después de la confesión sentí que algo había cambiado. Yo no era el mismo, había sentido una voz, una llamada. Me convencí que debía convertirme en sacerdote, y esta experiencia en la fe es importante.
Nosotros decimos que debemos buscar a Dios, ir a Él a pedirle perdón, pero cuando vamos, Él ya nos espera, está ahí antes. Nosotros en español tenemos una palabra que explica bien esto: el Señor nos ‘primerea’, es el primero, te está esperando y esto es una gracia grande, encontrar a alguien que te está esperando. Tú vas, pecador, y Él te está esperando para perdonarte. Aquella experiencia de la que los profetas de Israel decían que el Señor es la flor en el almendro, la primera flor de la primavera. Antes que vengan las otras flores, Él está allí esperando, el Señor nos espera y cuando nosotros lo buscamos encontramos esta realidad que es Él quien nos está esperando para acogernos, para darnos su amor, y esto te sorprende tanto en el corazón que no lo crees, y así va creciendo la fe, con el encuentro con el Señor.
Alguien dirá, no, yo prefiero estudiar la fe en los libros. Es importante estudiarla pero mira con eso sólo no basta: lo importante es el encuentro con Jesús, el encuentro con Él, porque es justamente Él el que la da.