La Palabra del día 29 de abril del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:06 pm
Yo he venido al mundo como luz, y así, el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.”REFLEXIÓN.
El evangelio de Juan tiene dos partes: Los signos, 1-12, y La hora 12-21. El texto de hoy es el final de la primera parte. Hace un balance: muchos creen en Jesús y lo manifiestan; otros creen, pero callan por miedo; y otros sencillamente no creyeron. El texto retoma algunos temas centrales del evangelio:
1. Creer en Jesús es creer en el que le envió. Éste es un tema frecuente en san Juan. Jesús está tan unido al Padre, que habla siempre en su nombre; quien le ve, ve al Padre. Para conocer a Dios, hay que mirar a Jesús.
2. Jesús es la luz. Ya se dice esto en el prólogo del evangelio. Jesús es respuesta vital a los grandes interrogantes que mueven e inspiran la búsqueda del ser humano. Es la luz que aclara el horizonte. Aquí el lado luminoso de la fe.
3. No vine para juzgar. Jesús no condena, porque ha venido para salvar. Pero quien le rechaza y no acepta sus palabras, su juez será su Palabra. El juicio consiste en el modo como la persona se define ante la verdad y ante su conciencia.
4. Resumen. El texto resume lo que Jesús enseña en el evangelio: él es el enviado del Padre, sus palabras son vida eterna, él es fiel reflejo del Padre, el Padre lo legitima a través de sus obras, él actúa en profunda comunión con él.
- Los siete signos que Jesús realiza en el evangelio, tienen el objetivo de fomentar y acrecentar la fe. Estamos a mitad del tiempo Pascual, evaluémonos si se ha crecido nuestra fe en Cristo resucitado. Ten un feliz día.
HECHOS 12,24-13,5.
En aquellos días, la palabra de Dios cundía y se propagaba. Cuando cumplieron su misión, Bernabé y Saulo se volvieron de Jerusalén, llevándose con ellos a Juan Marcos. En la Iglesia de Antioquía había profetas y maestros: Bernabé, Simeón, apodado el Moreno, Lucio el Cireneo, Manahén, hermano de leche del virrey Herodes, y Saulo. Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: "Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a que los he llamado." Volvieron a ayunar y a orar, les impusieron las manos y los despidieron. Con esta misión del Espíritu Santo, bajaron a Seleucia y de allí zarparon para Chipre. Llegados a Salamina, anunciaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos, llevando como asistente a Juan.
SALMO 66.
Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R. Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe. R.
SANTA CATALINA DE SIENA (VIRGEN Y DOCTORA DE LA IGLESIA).
Nacida en 1347, su nombre significa Pura, la menor del prolífico hogar de Diego Benincasa. A los cinco o seis años tuvo la primera visión, que la inclinó a la vida virtuosa. Cruzaba una calle con su hermano Esteban, cuando vio al Señor rodeado de ángeles, que le sonreía, impartiéndole la bendición. Su padre, tintorero de pieles, pensó casarla con un hombre rico. La joven manifestó que se había prometido a Dios. Entonces, para hacerla desistir de su propósito, se la sometió a los servicios mas humildes de la casa. Pero ella caía frecuentemente en éxtasis y todo le era fácil de sobrellevar.
Finalmente, derrotados por su paciencia, cedieron sus padres y se la admitió en la tercera orden de Santo Domingo y siguió, por tanto, siendo laica, tenía 17 años. Sabía ayudar, curar, dar su tiempo y su bondad a los huérfanos, menesterosos y a los enfermos a quienes cuidó en las epidemias de la peste. En la terrible peste negra, conocida en la historia con el nombre de la gran mortandad, pereció más de la tercera parte de la población de Siena.
A su alrededor muchos se agrupaban para escucharla. Ya a los 25 años comienza su vida pública, como conciliadora de la paz entre los soberanos y aconsejando a los príncipes. Por su influjo, el papa Gregorio XI dejó la sede de Aviñon para retornar a Roma. Este pontífice y Urbano VI se sirvieron de ella como embajadora en cuestiones gravísimas; Catalina supo hacer las cosas con prudencia, inteligencia y eficacia.
Aunque analfabeta, como gran parte de las mujeres y muchos hombres de su tiempo, dictó un maravilloso libro titulado Diálogo de la divina providencia, donde recoge sus experiencias místicas y donde se enseñan los caminos para la salvación. Sus 365 cartas son una obra clásica, de gran profundidad teológica. Expresa los pensamientos con vigorosas y originales imágenes. Se la considera una de las mujeres más ilustres de la edad media, maestra también en el uso de la lengua Italiana.
Murió a consecuencia de un ataque de apoplejía, a los 33 años, el 29 de abril de 1380, fue la gran mística del siglo XIV. El papa Pío II la canonizó en 1461. Sus restos reposan en la Iglesia de Santa María Sopra Minerva en Roma, donde se la venera como patrona de la ciudad; es además, patrona de Italia y protectora del pontificado.
El papa Pablo VI, en 1970, la proclamó doctora de la Iglesia. Ella, Santa Teresa de Avila y Santa Teresita de Lisieux son las tres únicas mujeres que ostentan este título.
Fray Luis Galindo,.O.P.