La Palabra del día: 26 de diciembre del 2014
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:27:47 pm
en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros.Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.REFLEXIÓN.
Celebramos el martirio de san Esteban, primer cristiano que derramó su sangre por su fe en Jesús, por ello se le llama protomártir.
1. Martirio. Lucas en Hechos de los Apóstoles narra la muerte de Esteban, de modo similar a como narra la de Jesús en su evangelio. Ambos son llevados fuera de la ciudad; Jesús habla con su Padre, Esteban ve a Jesús a la derecha del Padre; ambos perdonan a sus verdugos; Jesús muere diciendo: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu”, y Esteban: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Esteban es un perfecto imitador de Jesús.
2. Persecuciones. Jesús en San Mateo advirtió a sus discípulos que serían perseguidos, llevados a tribunales, puestos ante gobernadores y reyes por su causa; incluso serían hostigados hasta por sus seres queridos. Todos los odiarían por su nombre. Pero, esto no les debe asustar, mas bien les debe ser ocasión para testimoniar su fe en Él y en todo serán asistidos por el Espíritu Santo. Esteban fue el primero en vivir esta experiencia.
- Muchos de nuestros hermanos son perseguidos hoy, en muchos países, a causa de Jesús. A nosotros personalmente, tal vez no se nos persigue cruentamente, pero nuestra Iglesia y nosotros en Ella, somos atacados, mal entendidos, ridiculizados y calumniados por nuestra fe, desde muchos frentes: sectas, medios de comunicación, poderes seculares del mundo, etc. Jesús nos pide hoy dar testimonio de nuestra fe y de nuestro amor a Él.
HECH 6,8-10; 7,54-60. En esos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con él; pero no lograban hacer frente a su sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios. Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de Saulo, se pusieron a apedrear a Esteban, que repetía:Señor Jesús, recibe mi espíritu. Luego, cayendo de rodillas, gritó: Señor, no les tengas en cuenta este pecado. Y, con estas palabras, expiró.
SALMO 30. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. Sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame. R. A tus manos encomiendo mi espíritu: tú, el Dios leal, me librarás. Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción. R. Líbrame de los enemigos que me persiguen; haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu misericordia. R.
SAN ESTEBAN PROTOMÁRTIR. Hombre de confianza de los apóstoles; habló y defendió a Jesús de modo desconcertante. Por ello, fue llevado ante el Sanedrín para ser acusado, con falsos testigos que argumentaron que afirmaba que Jesús iba a destruir el templo y a acabar con la Ley de Moisés. Esteban no se atemorizó, sino pronunció un impresionante discurso en el que recordó toda la historia de Israel Hch 7 y exhortó a los judíos a rectificarse, reprendiéndolos por haber llegado no sólo a no reconocer al Salvador, sino de haberlo crucificado. Llenos de ira, lo arrastraron fuera de la ciudad y lo apedrearon. Los que lo apedreaban dejaron sus vestidos junto al joven Saulo (el futuro Pablo convertido por la oración de Esteban) y que aprobaba el delito. Mientras lo apedreaban, Esteban decía: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Y de rodillas dijo con fuerte voz: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y diciendo esto, murió. Los cristianos lo rescataron y dieron a su cuerpo digna sepultura.
Fray Luis Galindo,O.P.