La Palabra del día 24 de abril del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:06 pm
Entonces Jesús les dijo: “Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.” Esto lo dijo Jesús en la sinagoga, cuando enseñaba en Cafarnaún.REFLEXIÓN.
La Eucaristía es el misterio de la comunión de Cristo con sus discípulos, y de éstos entre sí mismos.
1. Radicalización. Jesús a lo largo de Juan 6, radicaliza progresivamente su enseñanza sobre el Pan de la vida. Primero dice que él dará un alimento que no perece; luego, que él es el pan de vida, bajado del cielo, que es necesario venir a él, para resucitar y tener vida eterna, y que esa es la voluntad del Padre. Después, dice que el pan que él dará, es su carne para la vida del mundo. Y en fin, en el texto de hoy, dice que comer su cuerpo y beber su sangre es imprescindible para tener vida. Es muy duro para sus oyentes que los que le habían seguido le abandonan, hasta sus discípulos quieren marchar atrás.
2. Eucaristía. Esta enseñanza, la recibimos a la luz de la Institución de la Eucaristía en los sinópticos, donde Jesús en la Última cena, sobre el pan y sobre el vino dice “Esto es mi Cuerpo, tomen y coman”, “Esta es mi Sangre, tomen y beban.” Jesús inventó este modo fascinante para quedarse con sus discípulos. Así lo creyeron, lo vivieron y lo transmitieron los Apóstoles, los primeros cristianos, como san Justino Mártir, San Ignacio de Antioquía en el siglo II, entre tantos otros, que nos cuentan en sus escritos cómo se celebraba la Eucaristía en sus comunidades. Y así lo entiende y vive la Iglesia de todos los tiempos.
3. Comunión. Jesucristo vino al mundo para restablecer la comunión perdida del hombre con Dios, para ello murió y resucitó. Pero, quiere que su comunión con sus discípulos se inicie en esta vida mortal de éstos. Para ello inventó la Eucaristía. Quien comulga, como él dice: “habita en mí y yo en él”. No hay nada más bello, ni más grandioso en nuestra fe; tenemos la posibilidad de vivir en la comunión más íntima con Jesús, nuestro Señor.
- Te invito a rezar esta bellísima oración de Santo Tomás de Aquino: “Oh Sagrado Banquete, en el cual se recibe al mismo Cristo, se renueva la memoria de su pasión, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura.
Nos diste Señor el Pan del cielo… Que en sí contiene todo deleite.
Oh Dios que en este Sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros los frutos de tu redención. Amén. Ten un feliz día.
PRIMERA LECTURA: HECHOS 9,1-20.
En aquellos días, Saulo seguía echando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor. Fue a ver al sumo sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, autorizándolo a traerse presos a Jerusalén a todos los que seguían el nuevo camino, hombres y mujeres. En el viaje, cerca ya de Damasco, de repente, una luz celeste lo envolvió con su resplandor. Cayó a tierra y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” Preguntó él: “¿Quién eres, Señor?” Respondió la voz: “Soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate, entra en la ciudad, y allí te dirán lo que tienes que hacer." Sus compañeros de viaje se quedaron mudos de estupor, porque oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía. Lo llevaron de la m ano hasta Damasco. Allí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber. Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías. El Señor lo llamó en una visión: “Ananías.” Respondió él: “Aquí estoy, Señor.” El Señor le dijo: “Ve a la calle Mayor, a casa de Judas, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, y ha visto a un cierto Ananías que entra y le impone las manos para que recobre la vista.” Ananías contestó: “Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.” El Señor le dijo: “Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para dar a conocer mi nombre a pueblos y reyes, y a los israelitas. Yo le enseñaré lo que tiene que sufrir por mi nombre.” Salió Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y dijo: “Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció cuando venías por el camino, me ha enviado para que recobres la vista y te llenes de Espíritu Santo.” Inmediatamente se le cayeron de los ojos una especie de escamas, y recobró la vista. Se levantó, y lo bautizaron. Comió, y le volvieron las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos de Damasco, y luego se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.
SALMO 116. ID AL MUNDO ENTERO Y PROCLAMAD EL EVANGELIO.
Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos. R. Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre. R.
Fray Luis Galindo,O.P.