La Palabra del día 12 de mayo del 2015
Creado el Miércoles, 10 de Febrero del 2016 11:28:06 pm
También nosotros preparémonos espiritualmente en estos días para que se realice en nuestras vidas una nueva efusión del Espíritu Santo. Gracias por compartir conmigo diariamente la Palabra de Dios.EVANGELIO DEL MARTES: JUAN 16,5-11.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: “¿Adónde vas?” Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré. Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado, de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado.”
REFLEXIÓN.
Jesús habla a sus discípulos de la conveniencia de su ausencia física, para que su presencia espiritual sea “plena e ilimitada” en sus vidas.
1. Tristeza. En Juan 13-17 Jesús se despide de los suyos y les da sus últimas recomendaciones, que son para sus discípulos de siempre. Ellos se entristecen al pensar en su ausencia, estaban acostumbrados a él, a sus enseñanzas, a la seguridad de su compañía. Todos nos entristecemos, cuando vemos la posibilidad de la partida de algún ser querido.
2. Defensor. Jesús pasará por la muerte para que les envíe desde el Padre al Espíritu Santo. Había concluido su misión en este mundo, ahora toca a sus discípulos continuarla. Para realizar esta gigantesca empresa necesitan el Defensor que los iluminará y les dará fuerza; sin esta ayuda no les será posible ni siquiera el inicio de la misión apostólica.
3. Tres tareas. El Espíritu también tiene la misión de: 1º Demostrar el pecado del mundo que se aparta del plan de Dios y de la necesidad de redención. 2º Manifestar la justicia con la que actuó el Hijo de Dios y que enseñó a sus discípulos. 3º Señalar la condena del mal y del príncipe de las tinieblas que será vencido con la muerte y resurrección de Jesús.
- En estas dos semanas previas a Pentecostés, invoquemos también en nuestra oración diaria la presencia del Espíritu Defensor en nuestras vidas. Lo necesitamos para realizar cabalmente aquello que Dios nos ha encomendado a cada uno. Ten un feliz día.
PRIMERA LECTURA: HECHOS 16,22-34.
En aquellos días, la plebe de Filipos se amotinó contra Pablo y Silas, y los magistrados dieron orden de que los desnudaran y los apalearan; después de molerlos a palos, los metieron en la cárcel, encargando al carcelero que los vigilara bien; según la orden recibida, los metió en la mazmorra y les sujetó los pies en el cepo. A eso de media noche, Pablo y Silas oraban cantando himnos a Dios. Los otros presos escuchaban. De repente, vino una sacudida tan violenta que temblaron los cimientos de la cárcel. Las puertas se abrieron de golpe, y a todos se les soltaron las cadenas. El carcelero se despertó y, al ver las puertas de la cárcel de par en par, sacó la espada para suicidarse, imaginando que los presos se habían fugado. Pablo lo llamó a gritos: "No te hagas nada, que estamos todos aquí." El carcelero pidió una lámpara, saltó dentro, y se echó temblando a los pies de Pablo y Silas; los sacó y les preguntó: "Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?" Le contestaron: "Cree en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu familia." Y le explicaron la palabra del Señor, a él y a todos los de su casa. El carcelero se los llevó a aquellas horas de la noche, les lavó las heridas, y se bautizó en seguida con todos los suyos, los subió a su casa, les preparó la mesa, y celebraron una fiesta de familia por haber creído en Dios.
SALMO 137.
Señor, tu derecha me salva. Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. R.Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R. Tu derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R.
Fray Luis Galindo,O.P.